Ejercicio - Tu Mundo Exterior, Es Un Fiel Reflejo De Tu Mundo Interior

(Imagen de cocoparisienne en Pixabay)

Hola, espero estés muy bien. Te invito realizar el siguiente ejercicio: Si nosotros pudiéramos viajar más allá de la velocidad de la luz, más allá del tiempo y el espacio, colocándonos fuera de todo lo que está, y lo observáramos detenidamente; veríamos en acción, las leyes espirituales, aplicadas en toda manifestación de la creación. Como estaríamos en una posición privilegiada, podríamos ver desde lo más grande, hasta lo más pequeño para notar como todo en el universo se mueve; nada permanece inmóvil.

Todo vibra formando frecuencias que se atraen por magnetismo, como una danza perpetua entre energías que se atraen y se repelen, fluyendo y vibrando, tal como también lo hacemos nosotros.

Cada sonido, cada cosa, cada pensamiento, tiene su propia frecuencia vibratoria, como lo explica la ley de la vibración; en esa danza de energías vibrando, notaríamos que todo lo que observamos tiene un ritmo; desde la galaxia más grande, hasta la forma de vida más diminuta, todo se rige por estaciones, ciclos, etapas de desarrollo; es decir, todo fluye, todo tiene sus periodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende, todo se mueve como en péndulo. La medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda. Esta es la ley del ritmo que no es más que la compensación.

La observación, nos puede provocar muchas sensaciones, pues, estar expuestos a tanta información nos podría abrumar; pero si seguimos en la disciplina de observar con atención, sin distraer nuestra mente y enfoque, comprenderíamos que lo que ves afuera, es una proyección del interior. Tu mundo exterior, es un fiel reflejo de tu mundo interior. Lo que es arriba, es una proyección de lo que es abajo y viceversa.

Imagen de John Hain en Pixabay

En este punto de nuestro viaje imaginario, ya podemos notar que percibimos el mundo exterior en correspondencia a como percibimos nuestro mundo interior. Así es como se nos presenta la ley de la correspondencia. Nada ocurre por casualidad, todo sigue una lógica divina que se aplica a todas las manifestaciones de la creación, incluida nuestra propia existencia. Desde lo más grande hasta lo minúsculo, todo se desenvuelve en torno a las leyes espirituales universales.

Cada elemento del universo está creando realidades desde sus propias perspectivas y alcances, cada persona que vemos desde ese plano privilegiado de observación, es un universo en sí mismo, capaz de atraer y crear utilizando su energía para acompañar sus pensamientos, su vibración su acción, para que la ley de la atracción responda.

Desde allí afuera de todo, tendríamos la capacidad de enfocar nuestra visión, hasta elegir a un solo individuo, de todo ese vasto océano de vida ilimitada, para ver, como de forma consciente o inconsciente, transmuta su energía, dependiendo de las circunstancias que le rodean.

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Como observadores respetuosos de libre albedrío, no podríamos interceder, ni para bien y mucho menos para mal; pero si entenderíamos, por qué se genera el caos, cuando no se tiene comprensión de las leyes divinas. Veríamos como cada ser recibe una serie de circunstancias, con el propósito de evolucionar. La ley de la relatividad, le ayudaría a este ser a comprender, que todo es cuestión de perspectiva y actitud; nosotros veríamos como cada quien, es capaz de cambiar su perspectiva, y darle una dimensión más pequeña a los contratiempos; veríamos cómo poco a poco la persona o ser, empieza a comprender que todo es una dualidad.

Hay cargas positivas y negativas, y la ley de la polaridad nos enseña, que no se trata de suprimir una u otra, sino de poner en balance los dos extremos. Para ese momento de nuestra observación, ya comprenderíamos que todo lo que está, es compuesto de dos fuerzas divinas. Todo es femenino y masculino, pues la creación en su sabiduría infinita, manifiesta balance en todo lo que crea. Todos tenemos ambas fuerzas que no se limitan a un cuerpo físico, sino que están dentro de nuestro espíritu, como manifestaciones de creación y unión. Una no es superior a la otra, sino que es el complemento armonioso y balanceado, que cada espíritu debe tener en su esencia, para alcanzar su expansión.

Este viaje imaginario, que nos da un vistazo de las principales leyes que operan y se manifiestan en el todo, nos da una sensación de conectividad con la fuente creadora, y con todo lo que existe, incluso, lo que no podemos ver, pero si sentir.

Después de ver la magnificencia de esta creación, y como todo sigue un orden colectivo, un propósito común, que es la expansión de todo lo que vibra; la perspectiva de nuestra propia existencia, cambiaría radicalmente, pues ya no nos veríamos desde la individualidad, como un elemento más, que no tiene ninguna injerencia, en un conjunto tan vasto e infinito.

Imagen de PIRO4D en Pixabay

En este punto de nuestro viaje imaginario, para ver de qué manera operan las leyes universales, dejamos de ver a una estrella, como uno de tantos astros que componen el universo. Ahora, al ver a la estrella, vemos al universo entero en ella; y cuando logramos ver esta diferencia, estamos listos para comprender la ley de la divina unidad, que yo considero, es el máximo aprendizaje, que nosotros como humanos, podemos llegar a adquirir, pues implica, el uso del poder más grande de todos que es el amor, en su más pura manifestación al servicio de la colectividad. Ya no solo para nosotros, pues finalmente, comprendimos que todo está conectado, y que como individuos, lo que hagamos, lo que pensemos, lo que manifestemos; tendrá repercusión en nosotros mismos y en la colectividad que forma el todo.

Hay una frase que encierra toda la profundidad y magnificencia de esta ley: “Yo honro el lugar dentro de ti, donde el universo entero reside; Yo honro el lugar dentro de ti, de amor y luz de verdad y paz; Yo honro el lugar dentro de ti, donde cuando tú estás en ese punto tuyo y yo estoy en el punto mío somos uno”.

Este ejercicio de visualizar en el que vamos a un lugar más allá de los confines de la creación, para ver desde una perspectiva de observador consciente, como todo funciona; nos ayuda a comprender, que cuando vemos una gota de mar, no solo es una gota; pues en ella, se encuentra el océano entero.

Somos parte de la conciencia divina, y como tal, todo lo que hagamos por nosotros, lo estamos haciendo por la colectividad, para bien o para mal. En nosotros está la posibilidad de llevar a la colectividad, a la armonía y balance, de la que ha sido alejada. Que tengas un maravilloso día. HASTA LA PROXIMA.

¡¡¡ QUE DIOS TE BENDIGA A TI Y A TODO TU ENTORNO !!!