Me atrevería a decir que las personas con adicciones suplen algo que ansían con todo su ser y no pueden tener o alcanzar… algo a lo que verdaderamente son adictos, pero no pueden ni siquiera admitirlo. Entonces van, y llenan esa necesidad con otra cosa. Convirtiéndose en adictos al alcohol, el cigarro, las drogas, o incluso cosas más sutiles como hábitos o comida. Cuando lo que en realidad quiere ni siquiera se parece a ninguna de esas cosas.
¿Por qué lo digo? Porque lo conozco muy bien. No solo me sucede a mí, también lo veo en muchas personas que me rodean. ¿Cuál es mi caso? Bueno…
¿Haz sentido alguna vez la calidez que se genera en un ambiente rodeado por personas que se quieren? Siempre se me ha hecho mucho más fácil verlo en una pareja enamorada. Esos gestos delicados, la manera en la que se hablan con un tono de voz muy bajo y suave, como si estuvieran tan cerca que no hace falta subir la voz y a la vez quieren tratarse con tanto cuidado, porque ¿Quién no cuida con todo su ser a alguien que ama? Estoy segura que debes haber notado como se miran, casi como si guardaran un secreto. Se miran con una intimidad solo de ellos, donde uno sabe tanto del otro que puede definir con exactitud que sucede o que siente su pareja, o ver detalles y cosas en su expresión o acciones que es totalmente invisible para el resto del mundo.
¿Alguna vez haz visto o haz sentido como justo antes de besarse toman sus rostros y se quedan mirando tan de cerca? Donde incluso siente el aroma de su boca, la calidez de su respiración tan pausada. Sonara cliché, pero es como si se perdieran el uno en el otro y el mundo que los rodea desapareciera.
Esa conexión, que les permite mirar a la persona que está a su lado por el rabillo del ojo, observando cada detalle sutil de la expresión de su rostro y así saber si está bien o no, si le sucede algo o que pasa por su cabeza. Esa simple acción, en la que dejas de mirar lo que tienes al frente de ti y pones tu completa atención en la persona que está a tu lado, porque te importa. O el hecho de tener a alguien a tu lado, que camine junto a ti, que quizás no camine exactamente en la misma dirección, pero comparte su andar contigo. Cada uno en lo suyo, pero juntos en ello.
Cuando extrañas con toda tu fuerza ese tacto, ese roce con la punta de los dedos, ese cuerpo durmiendo tan cerca de ti, esa mirada que te busca, bueno, en definitiva, toda la calidez que eso trae. Cuando lo ansias con todo tu ser, cuando ya lo probaste o sentiste en carne propia y de repente solo desaparece. ¿Qué haces con esas ansias? ¿Qué haces con ese vacío? Estoy segura de que todos hemos sentido como poco a poco, con el paso del tiempo luego de que esa calidez se esfumo, nos vamos sintiendo más fríos por dentro, nuestro interior se va convirtiendo en piedra, va pesando, no sabes con que llenar el espacio. Lo quieres, sientes que lo necesitas, lo buscas y no esta, en ese momento es cuando comienzas a llenarlo con alguna otra cosa.
Podría apostar que ese es el verdadero motivo de la adicción de muchos.
Lo sé porque, es la mía, es la causa de todas y cada una de mis adicciones. Cuan ilógica es la vida, cuantas personas de las que conformamos este mundo nos perdemos en alcohol y malos hábitos cuando simplemente nos necesitamos los unos a los otros.