Hoy decidí escribir acerca de este tema porque sin duda alguna siempre me ha parcido muy interesante y aplicable no solo al ámbito psicológico, sino que es de útil importancia en múltiples aspectos de nuestra vida (para no decir que en toda prácticamente). Vamos a considerar en este caso a la mentira no como estamos acostumbrados mayormente a conocerla, en la que por ejemplo, en una situación determinada por nuestra conveniencia decidimos mentirle a alguien con palabras o verbalmente, diciéndole a esa persona algo totalmente contrario a la verdad del asunto; sino más bien como cuando no expresamos del todo realmente lo que se está sintiendo en el momento o en su defecto, si estamos expresando realmente lo que sentimos a nivel corporal y facial pero no verbalmente, es aquí donde cabrían los términos de congruencia o incongruencia.
Es por ello que es imprescindible tomar en cuenta el tema de las microexpresiones, una de las tantas formas que le permite al ser humano expresar o comunicar lo que siente y que en alianza a los demás métodos o formas de comunicarse por parte de un sujeto emisor representan un mensaje mayor o completo para un sujeto receptor que lo captará y percibirá en su totalidad, pero...
Básicamente y hablando en términos sencillos una microexpresión no es más que una expresión facial ejecutada de manera involuntaria y automática con muy poco tiempo de duración (menos de un segundo), y a pesar de ello permite conocer el estado emocional de quien la realiza (Adrián Triglia, 1988). Según las ideas de Paul Ekman, pionero y máximo exponente de este tema las microexpresiones son universales e innatas y además son derivadas de un grupo de emociones universales o básicas que ya todos conocemos como lo son: la tristeza, la felicidad, la ira, el miedo, el asco, la sorpresa y el desprecio.
De este modo, se mantiene la idea que estas microexpresiones pueden aparecer de la misma forma en todas las personas de la especie humana, sin importar la etnia, raza, color y cultura. Sin embargo, independiemente del país, región o cultura a la que pertenezcamos, también los patrones sociales, las exigencias morales y los proipios intereses personales hacen muchas veces que "intentemos" que estas expresiones universales sean disimuladas, exageradas, ocultadas; de esta forma le mentimos a los demás y nos mentimos a nosotros mismos.
¿En qué medida estamos comunicando lo que realmente queremos comunicar?
¿Cuántas veces no decimos sí "estoy feliz" mientras fruncimos el ceño?
¿Que tan congruente estamos siendo con nuestro lenguaje verbal, corporal y facial?
Ante estas interrogantes, la invitación es a que sigan profundizando sobre este tema para ser cada vez mejores comunicadores, más empáticos con el otro y poder ver que tan sinceros estamos siendo y que tan sinceros están siendo los demás, pero atención, esto no significa que lo ideal sea volverse un experto detector de mentiras sino saber mantener la balanza.
Ya para finalizar me gustaría hacerlo con una de las frases más populares de Ekman, que dice así:
"La mentira es una cracterística central de la vida, de tal forma que una mejor comprensión de la misma es relevante para casi todos los asuntos humanos".