Hace poco un paciente me dijo que cada vez que come un alimento, siente una sensación parecida a la euforia, para él, es por medio de cada bocado, donde obtiene esa sensación de calma y tranquilidad.

La comida para él, se trata de una sutil caricia de un profundo afecto, que no encontró en otro lugar. Es su refugio, un espacio que le permite sentir seguridad, pero que cada dos por tres se sale de control, llevándolo al caos, un caos que gira en torno a una creencia inconsciente: La comida sustituye al amor.

Esta creencia inicia cuando somos niños y se pueden identificar en:

-La comida siempre estará para mí.

-La comida jamás me fallara o abandonara.

-La comida no me castigara o pegara. Solo me amara

Está claro que cada persona tiene diferentes posicionamientos u creencias acerca de su relación con la comida, “unas más funcionales que otras” sin embargo, cuando la comida pasa de ser un alimento que nos provee nutrientes a un “espacio seguro” corremos el riesgo de caer en esa fina y delgada línea peligrosa, de comer no por un hambre real, si no por un hambre emocional que son esas llamadas, emociones hambrientas, como lo es el típico ejemplo de las películas románticas con el corazón roto, donde se come helado y chocolate para aliviar la emoción.

Para comprenderlo mejor, recordemos lo que significan las emociones

Son esos estímulos que viajan por nuestro cuerpo, que generan cambios físicos, químicos creando de esta manera una respuesta, ante hechos como lo son los recuerdos u objetos animados o inanimados, que están en nuestro alcance perceptivo, a su vez están cargados de elementos primitivos e instintivos, como respuestas automáticas, y por ultimo respuestas sociales porque figuran elementos expresivos, dictados desde un guión social.

Ahora bien, las emociones hambrientas surgen cuando una emoción generada por un recuerdo o momento vivencial del presente, trae consigo inseguridad, tristeza miedo, o ira y como no se tienen las herramientas adecuadas, inconscientemente optamos por lo que está en nuestro alcance, la comida.

Las emociones hambrientas, tienen dos posibles consecuencias, en primera instancia una vía para mitigar el dolor y por otro lado una forma inconsciente de autodestrucción, en ambas casos estamos en presencia de actitudes alimentarias anómalas, comportamientos que no constituyen un trastorno alimentario pero nos habla de una deficiencia en la salud mental de una persona.

Cuando el alimento es utilizado como un forma de autodestrucción, se trata de ira o dolor no expresado, ese mecanismo es fácilmente expresado en el “me hago, lo que quiero hacerle al otro” es una forma de gritar hacia dentro en vez de colocar las emociones afuera con asertividad

Por lo que para tener una relación sana con la comida, es esencial hacer consiente y preguntarme:

-¿Cómo es mi relación con la comida?

-¿Cuándo cómo es desde un hambre real o un hambre emocional?

-¿Qué elementos internos la rigen, mis necesidades fisiológicas de mantenerme con energía y con salud, o son esas carencias de cuando era un niño?

Hoy te regalamos este tip terapéutico

Soy un adulto responsable de mis emociones. Mi niño interior no sabía cómo enfrentarse a la vida, por tanto en el presente yo protejo, amo y cuido mi niño interior.

Mi relación con la comida es una forma de autocuidado o de autodestrucción .

Contamos con tu apoyo, así todos crecemos juntos.

-Instagram Más de 18 mil personas
-Steemit
-Dtube