Todo fue un sueño

“¿Sabías que me gustabas?”, le dije casi sin pensarlo. Era ahora o nunca. Estoy casi segura de que él no se esperaba eso, porque inmediatamente los gestos en su cara cambiaron.

“Eh…” dudó. “¿De verdad?”

No, idiota. Es que me encanta decirle a todos los chamos que conozco que me gustaban pero todo es mentira, estoy jugando.

“Pues obviamente es verdad, Andrés. Te conozco desde antes de lo que piensas” ¡Acosadora!, gritaba una voz en mi mente. “Siempre pensé que eras lindo, desde esa primera vez que te vi en un autobús y asumí que ibas a ser un amor platónico, como esos que se simplemente se ven y se olvidan, que no vuelven y no recuerdas nunca más. Obviamente aquí estamos y no sé si agradecerle a la vida, al destino o a Dios que no haya sido así. Qué sorpresa haberte visto ese jueves en la cola del supermercado y darme cuenta que nos toca comprar en Unicasa el mismo día. Comenzaste a hablarme y nos hicimos amigos, o algo así. El sentimiento fue creciendo cada vez que te veía. Hasta que me dije a mi misma „¡Mi misma, tienes que alejarte.‟, y no fui más. No te vi más. Hasta hoy”

“¿De verdad?”, volvió a preguntar el idiota. “Nunca me di cuenta”

“¡¿Cómo se puede ser tan imbécil en esta vida?! ¡¿Es lo único que tienes para decir?! Uf, menos mal que ya no te quiero.”, le expresé molestísima.

“Pero cálmate, Allison. Ven, vamos a salir y a caminar.”

Lo seguí, ladillada de la imbecilidad de los hombres.

Para mi sorpresa, este lugar era desconocido para mí, este lado del mercado nunca lo había visitado. Había una montaña altísima y un paisaje bien hermoso.
“¿Sabías que siempre me quise lanzar en parapentes?” le dije, de pronto más calmada.
Apareció gente lanzándose en parapentes en la cima de la montaña.
“Vamos, yo te invito. Como si fuera una cerveza”, Andrés se rió.
El instructor nos amarró el arnés, nos aseguró bien y quedamos bien pegaditos y lo abracé por la cintura, pegando mi cara a su espalda.
Y volamos.
Y me recordé tocando la guitarra, saboreando un buen helado y amando la vida.
Y caímos.
Y caímos.
Y caímos para siempre.