Meditación de los cuatro elementos

Tierra – Aire – Fuego – Agua

Adaptación personal de meditación aprendida del Dr. Carlos María Menegazzo. Fundador de: “Fundación Vínculo” y “Centro Junguiano de Antropología Vincular”. Eternamente agradecida querido Maestro!
(www.centrojunguiano.com.ar)

Respiración.

Sentados con la espalda apoyada y derecha, acomodamos las caderas para generar un canal recto, sin tensión, por donde circula la energía.
Cruzamos las piernas y la mano derecha descansa sobre la izquierda (mano izquierda sobre derecha para el hombre). Unimos los pulgares.
Conectamos con la respiración. Sentimos el aire que entra por las fosas nasales lentamente. Retenemos el aire en los pulmones. El abdomen se distiende relajado y luego se contrae para sacar la mayor cantidad de aire posible. Limpiamos los pulmones de aire viciado sacándolo en soplo fuerte por boca.
Repetimos esta respiración purificadora tres o cuatro veces.
Las próximas respiraciones son lentas, sin esfuerzo, y todas por nariz.
Inspiramos – retenemos– espiramos – retenemos.
Respiramos una y otra vez sintiendo los pulmones expandirse. Aquí y ahora. No hay pasado ni futuro. Aquí y ahora.
Si aparecen pensamientos los miramos sin intentar detenerlos.
Seguimos respirando.
Con la intención y visualización interna nos trasladamos a un espacio donde conectaremos con los cuatro elementos. Dejamos que este lugar sagrado aparezca solo.

Madre Tierra.

Rezamos en primera persona.

“Madre tierra préstame tus energías para continuar mi evolución, para mi despertar y sanación interior, para mi mejor relación con los demás y conmigo mismo. Madre tierra, préstame tus energías.”

Frente a nosotros descubrimos una imponente montaña. Pedimos permiso. Cuando lo otorga, entramos en ella por una abertura. Comienza nuestro caminar en su interior. El cuerpo va desdibujando sus límites físicos. Suavemente vemos que va diluyéndose en una brillante luz de múltiples colores. Comenzamos a sentir remolinos de energía. Piedras preciosas van impregnando los átomos del campo áurico. Rubíes, Esmeraldas, Oro, Plata, Amatistas y Cuarzos diluyen su solidez en un torrente que circula. El yo físico se trasmuta en haces de luz a través de los cuales la Madre Tierra nos entrega sus dones. Bajando absolutamente nuestras resistencias fluimos en sus energías. Nos detenemos ahí, sosteniendo la experiencia y aceptando su bendición. Respirando, somos una/o con ella. Somos Madre Tierra!
A nuestro tiempo vamos recuperando nuestras identidades y nos encontramos nuevamente frente a la abertura de la montaña, por donde entramos. Hacemos una reverencia agradeciendo. Respiramos observando el yo físico y continuamos nuestro camino.

Hermano Aire.

Rezamos en primera persona.

“Hermano aire, préstame tus energías para continuar mi evolución, para mi despertar y sanación interior, para mi mejor relación con los demás y conmigo mismo. Hermano aire, préstame tus energías.”

El pensamiento intención nos lleva a lo alto de una montaña. Buscamos un lugar seguro y observamos la inmensidad del paisaje. Cerrando los ojos comenzamos a respirar en forma profunda y relajada. El aire entra por las fosas nasales formando una columna de diminutos átomos de luz. Nuevamente el cuerpo físico va dejando sus límites y el aire que ingresa va ocupándolo. Circula sin resistencias, suavemente. Se expande y nuestra conciencia es una con él. Somos corrientes cálidas ascendiendo y descendiendo. Somos uno. Bajando las resistencias desplegamos alas de viento y danzamos el cielo. Somos Aire!
A nuestro tiempo vamos recuperando nuestras identidades y nos encontramos nuevamente sentados en lo alto de la montaña. Hacemos una reverencia, agradeciendo. Respiramos observando el yo físico y continuamos nuestro camino.

Hermano Fuego.

Rezamos en primera persona.

“Hermano Fuego, préstame tus energías para continuar mi evolución, para mi despertar y sanación interior, para mi mejor relación con los demás y conmigo mismo. Hermano Fuego, préstame tus energías.”

El pensamiento intención nos lleva a un espacio donde hay una inmensa fogata. Sentados frente a ella comenzamos a respirar. El aire que entra y sale se vincula a las llamas del fuego y de a poco, suavemente, pequeños haces de fuego entran en nuestro cuerpo. Danzan alegremente, jugando, entre la base del cuerpo y la coronilla. Estas pequeñas llamas van creciendo en intensidad y van ocupando cada espacio interior. Se tiñen de distintos colores traspasando el límite del yo físico que lentamente comienza a desdibujarse. La respiración continua y abandonando las resistencias somos una/o con el fuego. Intencionalmente acrecentamos el flujo y el vibrar. Todo aquello que no es nuestra esencia se transmuta. Somos Fuego!
A nuestro tiempo vamos recuperando nuestras identidades y nos encontramos nuevamente sentados frente a la fogata. Hacemos una reverencia agradeciendo. Respiramos observando el yo físico y continuamos nuestro camino.

Hermana Agua.

Rezamos en primera persona.

“Hermana Agua, préstame tus energías para continuar mi evolución, para mi despertar y sanación interior, para mi mejor relación con los demás y conmigo mismo. Hermana Agua, préstame tus energías.”

El pensamiento intención nos lleva a caminar al lado de un río que nace de una cascada de aguas cristalinas. Parados en la orilla nos despojamos de las ropas que nos acompañaron durante todo este viaje. Entramos al agua cálida y podemos ver nuestros pies de tan cristalina. Despacio vamos ubicándonos bajo la cascada. El agua comienza a caer desde la cabeza hasta los pies como lluvia, delicadamente. Arrastra, limpia, purifica todo nuestro cuerpo y nos entregamos a esta bendición. Los límites del cuerpo físico desaparecen y respiramos siendo una/o con el agua. Fluimos flexibles con ella. Somos Agua!

A nuestro tiempo vamos recuperando nuestras identidades y nos encontramos nuevamente en la orilla del rio. Hay ropas nuevas esperándonos. Nos las colocamos. Va llegando el fin de nuestro viaje y las nuevas ropas que vestimos son bellas. Las miramos con detenimiento y las aceptamos. Con profunda gratitud hacemos una reverencia haciéndonos cargo de los dones ofrendados por nuestra madre y hermanos.


Observando el yo físico, lentamente, respetando el tiempo personal, empezamos a mover manos y pies. Abrimos los ojos conectando con lo cotidiano. Respirando anclamos nuestro cuerpo a esta realidad.

¡Ojalá esto sirva!

Abrazo desde los Andes!

Créditos imágenes:

https://gemmav58.wordpress.com/2014/12/14/hijos-de-los-elementos-somos-hijos-de-los-elementos-tierra-aire-fuego-agua-y-eter/

http://rolunderworld.foroactivo.com/t3543-laberinto-puerta-arabe

http://www.sydostran.se/karlskrona/inget-eldningsforbud-pa-valborg/

http://www.aguapureza.pe/cascadas-de-agua-mas-bellas-del-mundo/

http://adhdpower.com/coaching/add-blog/