Mucho mérito se otorga a las primeras veces: la primera palabra que dijimos, la primera vez que caminamos, la primera vez que fuimos a la escuela, el primer beso, la primera vez que tuvimos relaciones, la primera vez que nos enamoramos; pero poco mérito hay en las últimas veces hasta que llega el momento de la muerte.
No quiero sonar fatalista y hablar sobre la posibilidad de morir inesperadamente en un accidente o de una enfermedad terminal, sólo quiero expresar la nostalgia que me causa el no saber cuándo dejaremos de hacer, sentir y experimentar ciertas cosas, aún estando en vida. Muchas veces los finales son anunciados: el fin de la secundaria, de la universidad, de los años… pero, ¿qué pasa con todas esas veces que hicimos algo sin estar conscientes de que esa sería la última vez que lo haríamos?
Trato de recordar cuándo fue que jugué por última vez con mis primos en la tierna etapa infantil, con la inocencia del no saber, sin problemas, sin intereses amorosos… hoy todos estamos casados, algunos con hijos, pasamos las navidades con otras familias, algunos andamos regados por el mundo y con amargura saboreo la certeza de que son muchas las variables que se deben conjugar en el universo para que alguna vez podamos volver a estar todos reunidos en un mismo espacio.
¿En qué momento dejé de ser niña? Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que mi muñeca Barbie protagonizó dramas policiales a mi lado. Solía tener una casa hecha con plastilina la cual estaba habitada por miniaturas de mí y de mi familia y ni siquiera sé cómo terminó en manos de mi hermano menor.
¿Cómo pasé de ser una adolescente que hacía rabietas por cualquier cosa a ser una adulta nostálgica golpeada por problemas existenciales?
A mis veintisiete años, casada y con una mascota que considero mi hija puedo asegurar que sigo siendo la niña que jugaba con la casita de plastilina, la que hacía arepas de lodo, que jugaba a tocar timbres y salir corriendo sólo por ver adultos molestos por perder su “valioso” tiempo. Sigo siendo la adolescente obsesionada con un grupo de rock y que tenía afiches pegados a la pared, sigo enamorándome como la primera vez y al mismo tiempo como nunca. Sigo maravillándome por la vida, la naturaleza y la suerte de saber apreciar la vida. Sigo pensando que un abrazo de mi mamá es remedio para la tristeza y sigo soñando con su encuentro, a exactamente un año de haberme despedido.
A veces extraño quien solía ser, pero todos los días muere una yo para dar paso a una nueva que, con suerte, será mejor.
Hola soy @wilkeny excelente publicación. No olvides en visitar nuestro reporte semanal.
Arriba arriba @steemitvenezuela.
"Steemitvenezuela es una comunidad en crecimiento que apoya, educa y motiva a los autores con contenido en
Español. Juntos somos más y con Steemit podemos lograrlo"
@wilkeny - Equipo de curación de @SteemitVenezuela
Síguenos y apóyanos en los siguientes enlaces:
Chat de Discord | Grupo FB
La nueva que nace siempre tiene rastros de lo mejor de la anterior ;) qué maravilloso es evolucionar...
Por cierto, creo que peor es hacer las cosas estando conscientes de que es la última vez... Este mes lo he tenido repleto de últimas veces y ya no lo soporto jaj