Más que cruel (Parte II)
Desconocía el momento en el que mi hermana se perdió a ella misma por primera vez, cuán confundida debió haber estado, cuánto daño le habrá hecho saber que no sólo ella habita ese cuerpo, que bajo su piel, alguien más rie, habla, siente, y le grita. Justo ahora no le he preguntado sobre aquello, sobre cómo se sintió el primer instante en el que imaginó su cuerpo moviéndose por deseos de alguien más. Las dudas me inquietan, a veces se adentran en mis pesadillas y no me permiten dormir, me quedo a la orilla de la cama con la mirada perdida, agitada, asustada, temblando ante un dolor y un miedo que jamás podrán irse, está en mi memoria, en mi cuerpo, es una cicatriz profunda, tan profunda que no me es posible verle fin. Leer el diario de Kiana es como escucharla llorar, gritar en plena oscuridad todo el miedo a sí misma, y entre pensamientos que sólo hablan de tristeza, allí en páginas medio arrancadas, escondidas debajo de rayones negros, la única respuesta que había encontrado; su propia muerte para acabar con su peor enemigo, se me eriza la piel ante la posibilidad y desecho el pensamiento antes de que se forme con claridad en mi mente. Kiana sufría y yo no sabía la magnitud de su sufrimiento, me siento culpable ante este hecho, y aunque me averguenza decirlo, aún hay algo en ella que me aterra, aún no sé si es una persona o un monstruo, pero de una cosa estoy segura, jamás querría esuchar su voz o mirarle a los ojos de nuevo. Entre Kiana y ésa otra identidad suya se extiende un abismo de similitudes físicas, y el mismo abismo se extiende en sus diferencias emocionales, sus pensamientos, sentimientos, miedos, placeres y secretos, aún no logro entender cómo existe tal conección, y sin embargo allí está, tan invisible, tan intangible, tan real.
Mina, el nombre de la persona que habita el cuerpo de mi hermana es Mina, y jamás podré olvidarlo, ninguno de nosotros podrá. El primer día que la vi sentí miedo, esa clase de miedo que te paraliza cada centímetro del cuerpo, que te asfixia, que te supera en todos los sentidos. Para los demás ésa era mi hermana, incluso mis padres llegaban a confundirlas, pero para mí siempre estuvo claro, así como que existe la luz y la oscuridad; la noche y el día. Mina no tiene su edad, es unos años mayor, en su primera cita al psiquiatra, el Doctor Moore dijo que estaba en sus veinte, que aún no es complementamente madura, pero se acerca bastante, y le llamó culta, porque sabe muchas cosas, porque habla con finura, pero apesar de todo eso, para mi sigue siendo una bestia, una sin colmillos ni garras, pero igual de aterradora.
"Mina tiene un gusto extraño" dijo mi hermana cundo se le halló vestida completamente de negro y con un maquillaje recargado a sus trece años, recuerdo haberme reído de aquello, y de no haberme formulado preguntas al respecto. Mis padres simplemente le obligaron a cambiarse y a quitarse el maquillaje, y allí comenzó esta pesadilla, pero nadie la vio venir, ninguno preguntó - ¿Quién es Mina? - ninguno le dio importancia, y el tiempo siguió corriendo, y con él los episodios comenzaban a ser más evidentes, más alterados, hasta el momento que Mina pudo controlar a Kiana por horas, por días, por años...