PARTE II
Al irme a dormir, comencé a repasar todo en mi cabeza, el nombre de mi amiga y la extraña actitud de mis padres hacia éste. El tiempo pasaba deprisa, Teresa y yo jugábamos el resto del día al volver de la escuela, a veces le gritaba por su nombre, mi madre al escucharme se horrorizaba y me golpeaba. Un día hice la prueba, sólo para ver hasta qué grado le molestaba, grité el nombre de Teresa tanto como pude, tanto que me dolió la garganta y ambas mejillas, mi madre me abofeteó la cara hasta que paré. Quizás suene masoquista, pero debía saber hasta donde llegaba su molestia por el nombre, y nació una pregunta- ¿Por qué le molestaba tanto? - Pasaron siete años, tenía doce, algunos amigos vinieron a casa, desde aquél momento, no había nombrado a Teresa, y mi mamá dormía tranquila. No había vuelto a ver a Teresa desde esa vez. Pero entonces encontré un objeto peculiar en mi habitación, era una muñeca, y en su vestido estaba bordado " Pequeña Teresa", comenzó a molestarme el no saber nada de ella, así que la llamé, pero no venía, bajé al sótano, pero no estaba allí, había algo malo en todo aquello, por más que buscara a Teresa, no la hallaba. Ese día dormí algo nostálgica, y en mis sueños, estaba ella, con su pequeña muñeca, sonriéndome, y su pequeña mano me llamaba, cuando llegué hacia ella, me agaché para estar a su altura, y entonces susurró en mis oídos
-Ellos lo saben todo, pero jamás te dirán.
-¿Qué saben Teresa? - Pregunté enseguida.
-Nuestro secreto - respondió
Desperté sobresaltada, luego de una serie de imágenes que vinieron a mi mente, no sabía lo que significaban, pero si sabía que estaban asociadas a mis padres y a Teresa, y que aún podía verla, al menos en mis sueños. Papá y mamá siempre se iban muy temprano al trabajo y regresaban muy tarde, ésto comenzó cuando cumplí los once años y mamá pensó que ya tenía edad para calentar la comida que ella preparaba antes de irse. Después de comer, miré el reloj aquella tarde y noté que faltaban aún dos horas para que estuvieran en casa, así que fui a su habitación, pero no había nada fuera de lo común, sólo una cama, una peinadora, burós, en fin, nada extraño, a excepción de un cuadro de dos niñas, una más alta que la otra, con vestidos parecidos y dos brazos a cada lado de una de ellas, como abrazándolas, había algo extraño en ese cuadro, una sensación de familiaridad y a la vez de desconcierto. Lo tomé y lo miré fijamente, comencé a detallarlo, no había nada, a excepción de una muñeca que una de las niñas sostenía, tenía algo bordado en su vestido, y entonces supe que
era la misma muñeca que estaba escondida entre mis juguetes, la Pequeña Teresa de cabellos dorados, era la muñeca de la fotografía, pero quiénes eran esas niñas.
Continuará
(Disculpen la demora mis lectores, pero tuve problemas de salud, así que ahora estoy retomando los post!)
Me agrada tu estilo de redacción, me encanto el relato y si la imagen es de tu autoría me gusto tu estilo de edición. Excelente trabajo.
Gracias.