Hoy les quiero hablar de algo que en los últimos años está ocurriendo en mi país Venezuela, para ser más preciso en el río que atraviesa Caracas-La capital, como muchas capitales del mundo, está surcada por un río. Sus aguas son el testimonio de todo lo que arrastra una de las ciudades más violentas del mundo. El color turbulento no permite ver lo que yace en el fondo: oro y otros metales preciosos.
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El gobierno nacional intentó, durante varios años, el saneamiento del río. Millones y “millonas” se gastaron en ese proyecto que resultó ser un fiasco donde se perdió el dinero de inversión. Nadie ha dicho algo al respecto por esa perdida.
Hasta hoy no hay una sola planta de tratamiento para las aguas negras que se producen en Caracas y que llegan a el Guaire, aunque hay un proyecto para construir cuatro plantas de Tratamiento desde hace años…
Hace unos años atrás, esto venia sucediendo, pero como no era tanto el número de personas que lo hacían pasaba desapercibido, debido a la situación que estamos viviendo el número de personas que están realizando esta actividad se ha incrementado y lo más sorprendente es, que la mayoría no son garimpeiro, son jóvenes que bajan de los cerros y tienen esta actividad como su trabajo, cumplen hasta un horario, hay un caso de una madre que tiene 4 hijos y los dos mayores se levantan todos los días a trabajar en el Guaire, y la madre se queda con los mas pequeños, a esperar que consiguen para poder comer, pueden encontrar: bronce, cobre y si tienen suerte Oro entre otras cosas, esto lo llevan a venderlo en las casas de cambio y con lo que le dan compran comida y otras cosas, la Sr dice que esto es comida para hoy y hambre para mañana.
Este relato es de la California Sur en Caracas- Venezuela.
El paisaje marrón y fétido no es impedimento para comenzar con la anhelada búsqueda del botín. Antes de llegar al botín, se debe pasar por el infierno. “Esto es del demonio. Por aquí navega el diablo”, asegura Arelis Ortuño, una de las personas que trabaja como “garimpeiro del Guaire”. Eran las 11:00 am y Ortuño lleva varias horas encorvada, casi doblada trabajando sin desayunar. Su instrumento de trabajo es una cuchara, que mueve en círculos hasta que descubre entre el lodo, el ínfimo destello de 0,90 gramos de metal pesado, dúctil y de color amarillo. “Son los restos de una guaya”, dijo emocionada porque consiguió una prenda que alguna mujer dejó escapar por el desagüe. Sonríe y su gesto curva las gotas de sudor que recorren su rostro.
Luis David Patiño es otro de los “garimpeiros del Guaire”. Tiene 15 años de edad, pero lleva cinco trabajando como “minero en el río”. Todavía recuerda cuando su tía lo llevó por primera vez. ¿Qué es lo más extraño que has conseguido? Su respuesta es enigmática: “De todo”. Luego señala a los zamuros en la basura, que parsimoniosamente extienden sus alas.
Su historia es alarmante. Se muerde las uñas y mira al resto de sus compañeros con reserva. Su cuerpecito se oculta dentro de una ruñida franela dos tallas más grandes. Tiene la fe puesta en el río. “Espero que esto me ayude a superarme para poder estudiar”. Recuerda, a punto de llorar, que antes era un delincuente: “Hasta hace algunos meses era malandro. Secuestraba, robaba y extorsionaba”. El menor de edad insiste que no se alimenta bien. “Comemos de la basura y de lo que gentilmente nos da cualquiera”.
Los “garimpeiros del río Guaire” proliferan en busca del tesoro perdido. “Cada día somos más menores de edad dedicados a esto”, comenta una de las niñas presentes, quien prefirió mantener su identidad en el anonimato.
Más de seis niños se pueden ver sumergidos en las aguas servidas sin temor a infecciones. “Ya estamos acostumbrados al olor. No nos enfermamos”, agrega Patiño labora de lunes a lunes, desde las 8:00 am hasta las 4:00 pm. “Es un trabajo sano, para no caer en la delincuencia”, sostiene desde las orillas del torrente a la altura de La California Sur.
Se dice que, en la zona de Quinta Crespo, es donde se concentran más los mineros del Guaire.
Cuenta un reportero que fue hasta el calvario y se paró cerca del busto de Zamora, y dice que se sentía hablando como Maduro, cuando miro hacia el río no se sorprendió mucho, porque vio a una sola persona y pensó que uno sólo no era suficiente para un reportaje.
El reportero se puso hablar con un oficial de la policía y él le dio la dirección donde iba a ver más personas. Al llegar al sitio se sorprendió tanto de ver aproximadamente 30 personas en la ribera del Guaire sacando tierra del fondo y revisando a ver que encontraban, bajo un sol inclemente, no usa ni guantes, ni botas. Uno de ellos se acerca y el reportero se presenta, le explicó que quería hacer un reportaje sobre ellos y estuvieron de acuerdo.
El reportero frecuento el lugar durante varios días, conoció su oficio, le hablaron que no viven en la calle, todos estudian, tienen otro trabajo, tienen hogares y realmente se percató que eran personas unidas y con modales. Eran bien hablados, respetuosos, se cambiaban la ropa al terminar la jornada y lo único que lo hacía diferente es que ellos se meten en el Guaire para buscar oro, plata y bronce, que puedan vender y el reportero lo documenta. Esa era la única diferencia, ah, y que ganan mas que un sueldo minimo. Por un momento pensó también en buscar oro.
Dejo de llamarlos garimpeiros después de conocerlos y de saber que ni remotamente se parecen a ellos. Todos viven cerca, son vecinos o como ellos dicen “del mismo cerro”. Trabajan, viven con sus familias y llegaron porque un señor, el veterano del lugar, tiene 30 años haciéndolo y les dijo que, si se ganaba plata, era un trabajo sucio, pero se ganaba más que en una oficina.
Hay algunas de esas personas que si viven hay o tienen un pasado oculto que evitan hablar con los reporteros incluso que le tomen fotografías, a esas personas se les respeta su decisión y no se molestan con preguntas ni fotografías.
Este tipo de reportaje te enseña a que no debemos juzgar a nadie sin conocerlo, cuando pasamos por la autopista y vemos a estas personas en el Guaire, hablamos muy mal de ellos, y no todos son así, cada quien tiene su historia que contar, aunque parezca algo fuera de lugar, estas personas son iguales a cualquier otro venezolano en traje o con mayores oportunidades, solo que cada uno de nosotros tenemos diferentes destinos. Hay una frase que dice que hoy estas arriba y mañana la vida te puede poner abajo.
Excellent.
Muchas Gracias
Un punto de vista diferente. Tienes razón, no se debe juzgar sin conocer. Excelente escrito.
Gracias, me alegro que te guste
Muy bueno. Me encantó tu enfoque.
Muchas Gracias @astrea
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