Publicadas las fechas para las inscripciones en la Universidad, y teniendo que optar por una de las carreras; se me fueron presentando grandes dudas acerca de las especialidades que ofertaban éstas. Considerando qué, me llamaban poderosamente la atención, las ramas de las Matemática y la Física. Tomé la decisión de pedir ayuda al Orientador, sobre las carreras propuestas en la Universidad Pedagógica. Una vez esclarecidas las dudas, me dirijo hacia el área en la cual se inscribían los estudiantes que optaban para la especialidad de Educación Industrial, Mención Máquinas y Herramientas.
A los días, de haberse iniciado las actividades de clases, no tenía ni la más mínima idea de quienes eran los estudiantes, los profesores, ni el lugar donde se dictarían las clases. Sin embargo, yo me sentía sumamente emocionada y alerta.
Al fin llega el día en el cual, nos encontraríamos todos en el Laboratorio. Por cierto muy espacioso y dividido por áreas, en donde había el salón de clases, las Máquinas Industriales, las herramientas de todo tipo, materiales para ser utilizados en la construcción de piezas mecánicas, etc.
Comenzamos presentándonos cada uno. .. Cuando me toca a mí, hubo un silencio de todos y voltearon la mirada hacia mi persona, detallándome de pie a cabeza. Es ahí, cuando me percato que la única mujer presente era yo… Y llovieron las interrogantes de todos: sobre el porqué yo estaba allí, puesto que esta no era la carrera hecha para mujeres. Sino exclusivamente para hombres… En ese instante, conocí el machismo, y como si fuera poco, hasta el mismo docente me preguntó: Usted está segura de lo que había escogido como especialidad…
Recuerdo el día que me tocaba la primera clase de Mecánica de Mantenimiento, el profesor se dirigió a mí, con estas palabras:
“…Bachiller aquí se viene a conocer, aprender y a utilizar todas y cada una de las máquinas y herramientas que se encuentran en este laboratorio. No quiero verla pidiendo ayuda a sus compañeros de clases; Le sugiero, que se traiga Bragas y guantes de cuero para mecánica… “
Toda esta amenaza y negatividad hacia mi presencia en el Laboratorio, se convirtió en un reto para mí como mujer y como estudiante…
En todo el desarrollo de cada actividad, en el Laboratorio de mecánica, el profesor encargado de la cátedra; la mayoría de las veces se dirigía a mí, tratando de ridiculizar la forma y manera, de cómo manejaba la máquina y agarraba los materiales que se utilizaban para la construcción de piezas. Además el uso de pañuelos para limpiar mi área de trabajo y mis bragas, también eran un flanco de crítica; puesto que, según él tenían que ser iguales a la de los hombres.
Y yo, le respondía
“…profesor recuerde que está tratando con una mujer, por lo tanto le exijo respeto…”
Habían momentos en los cuales, su verbo era inadecuado con risas… como imaginaran, yo protestaba y me retiraba: recordándole una vez más, que estaba en un aula de clases en la Universidad… algunos compañeros de clases, se molestaban y me defendían ante esos irrespetos.
Con el resto de las asignaturas, no se llegaron a presentar adversidades.
Ya para los últimos semestres, todos mis compañeros de clases y el profesor me trataban con mucha afinidad y respeto…
Salí por encima del promedio de notas, de todos mis compañeros de clases. Además fui la primera mujer graduada en la Especialidad de Educación Industrial, Mención Máquinas Herramientas en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Les demostré a todos, que las mujeres somos del tamaño y forma de las dificultades que se nos presentan.
Un año después, nos encontramos como colegas, ejerciendo la docencia, con la asignatura de Mecánica de Mantenimiento, en los Talleres de la Escuela Técnica Industrial “Pedro León Torres” en Barquisimeto, Estado Lara Venezuela.
Interesante su relato profesora, las igualdad de capacidades entre mujeres y hombres se puede demostrar hasta en la mecánica; podemos llegar a ser mejores que los hombres en muchos aspectos.
Lo importante es entender que las mujeres y los hombre no somos competencia sino complemento... Saludos