Como estaba entrando la primavera, hacía mas calor y la actividad del pequeñín era frenética, era un no parar, para arriba, para abajo, sube sofá, baja sofá, todo lo que fueran mesas, sillas, muebles, camas y armarios, eran como un imán para èl. Su mamá tenía que salir a hacer compras todos los día y lo de los pajaritos le hizo aprender una cosa, que al irse tenía que cerrar la corredera de la terraza. A la semana siguiente, como si de un despertar de un largo letargo de oso se tratara, Nián esperó a que se fuera su madre, lo tenía claro, había que pasar a la siguiente fase, de medio saltar como un monillo a escalar como orangutan, cuando se fué Virgy, se salió del parque, fué al dormitorio de matrimonio, alli había una mesa de escritorio con ruedas, de color nogal de estilo clásico, con una televisión con unas ruletas y botones que cuando apretaba hacía un ruido y se quedaban hundidas, algo nuevo para él, le duró poco el entretenimiento, miró hacia arriba, al hueco entre el armario y el techo y pensò, ese es un escondite perfecto para mi, mamå no me va a encontrar ahí. Después de casi una hora y media, Nián se aburrió de esperar, miró hacia abajo queriendo bajar pero no era capáz, lo fácil fué subir pero no bajar, solo de pensar que su mamá venía en breve le hizo tomar una decisión, saltar desde el altillo a la cama de sus padres, pero con solo 2 añitos y 8 meses eso era una locura de mucho cuidado, pues no podía hacerlo, quería pero el propio miedo lo bloqueaba y no conseguía saltar. Venga a decir llorando: ¡WIAWIAWIA!, pensando a la vez que si su madre lo pillaba allí le daría algo más que caricias, de pronto escucha el chascarrilleo del juego de llaves de su madre introduciendo la llave en la cerradura, fué tal la intensidad de estrés al que se vió sometido en ese instante, que se tiró de un salto a la cama, librándose por los pelos. Cuando la madre entró en el dormitorio lo vió tumbado riendo y pensó: ¡esta risa!, miró a todo su alredor, fué a comprobar las correderas de la terraza y nada, todo estaba correctamente, pero el nene tenía caquita hasta en las orejas claro, lo pasó tan mal que se cagó encima y al caer en la cama de un salto mortal, pues las sábanas de la cama que eran blancas, cambiaron de color, la madre se preguntaba: ¿como carajo ha cagado el niño?...Nián se descojonaba de risa, sin querer, había descubierto que podía volar, solo pensaba en que llegara el siguiente día para pegarse las 2 o 3 horas que su madre salía a comprar, saltando del altillo a la cama y así volar y volar. Al día siguiente mientras saltaba, Pipín, su inseparable amigo, miraba y cada vez que saltaba Niàn a la cama, se avalanzaba sobre èl para relamerle la cara y jugar a pelitas, cuando llegó Virgy después de comprar, se encontró al nene en el parque, le preguntó: ¿ cómo està mi pichita?...seguidamente le dijo:¡ains mi niño que bueno es, que lo quiero yo!, fué a su cuarto para ponerse cómoda y lo vió todo lleno de plumas, gritaba cual borrico muerto de sed, sonaba algo asi como: ¡ hoyg no, hoyg no!, fué corriendo a la terraza pero estaba cerrada, se quedó congelada y quieta, como una película pausada, se giró al instante mirando a su hijo, él la miraba y sonreía. Virgy fué a su dormitorio de nuevo y vió que las plumas eran de la almohada, probablemente habría sido Pipín que se subió en la cama y la rompió. Esa noche, papá y mamá durmieron sin nada para apoyar las cabezas, pero lo peor fué que su inseparable amigo Pipín no durmió a los pies de su camita protegiéndiolo de la oscuridad. Esa noche la pasó tan mal, que al día siguiente nada mas que despertaron y sacarón al perro del lavadero donde lo habían castigado, Niån se fué a la cama de sus padres y con unos restillos que utlizaron de almohada, los cogió, empezó a llamar a Pipín hasta que se subió en la cama y empezaron a jugar destrozando lo que quedaba de la almohada, ahí, se dieron cuenta que la culpa era del niño, no del perro ( continuará)