Mi nombre es Diego Alejandro, y aunque en la vida cotidiana solo soy llamado por mi primer nombre, suelo firmar con ambos para evitar que me confundan con el cantante. Mi apellido es Torres. Nací en Caracas hace ya 23 años, tiempo suficiente para aprender algunas nociones sobre el mecanismo del mundo, pero insuficiente como para conocerlo en toda su complejidad. Aunque como todos sabemos,para lo último no hay edad que baste, pues ni toda una vida de intensa exploración sería suficiente. Supongo que es eso lo que le da sabor al vivir, la gran lista de limitaciones que esta conlleva, me atrevo a decir que el hombre se mueve para superarlas.

Sueños y esperanzas me sobran, pero los recursos para cumplirlos, no. Las limitaciones siempre están presentes. Es por eso que es tan delicioso el camino. Aunque muchos los odien, yo estoy agradecido con Adán y Eva por haber mordido la manzana: no nos condenaron, nos liberaron. Cuando vivíamos en el Edén estábamos en una eterna infancia, no discerníamos del bien o del mal, nos encontrábamos en una completa comodidad. No es que piense que sea necesario rechazar el bienestar, pero sin lugar a dudas, aprender y avanzar pese a los obstáculos son dos de las cosas que hacen de nuestra existencia un milagro. El Fruto del Conocimiento nos ha brindado la oportunidad de alcanzar un verdadero paraíso.

Evidentemente, la vida no basta para alcanzar suficiente conocimiento como para superar la comodidad del Edén. Somos seres finitos. Pero lo soñamos, idealizamos cómo es, nos imaginamos en un lugar semejante. Por eso es que nosotros avanzamos, el espíritu humano es capaz de todo lo que considere que es capaz, por supuesto, dentro de su limitado campo de acción. No puede crear otras formas de vida, pero puede darle más vida a su tránsito por el mundo. Hay dos listas que lo definen: la de las cosas que no puede hacer, y la de ideas para solventarlas. Ambas son infinitas. Mis listas son largas, y estoy condicionado por ellas. Puedo resumir mi sueño con facilidad: viajar por el mundo escribiendo sobre los lugares que visite, haciendo fotos en cada uno de ellos. Regadas por el globo hay personas increíbles para conocer. Ciudades en las cuales perderse. Festividades en las que participar. Paisajes para contemplar. Playas en las que nadar. Templos que visitar. No sé cómo lo haré, pero realmente, es disfrutable luchar por conseguirlo.

No concibo mi existencia sin el legado de todos los autores que han hecho de este mundo un lugar mejor, como tampoco sin la posibilidad de fotografiar las maravillas que este contiene. Hay quienes dicen que los libros nos encierran, nos aíslan de la vida. Pero no, todo lo contrario, ellos nos ayudan a comprenderla mejor y a sentirla con mayor intensidad. El hombre es hombre gracias a las palabras. Pero no voy a negar que haya personas que han tomado sus hogares como cárceles voluntarias, apartándose de las experiencias que el mundo externo les puede brindar, quedándose como contenedores de conocimiento, pero no de experiencia. Hay quienes han encontrado la felicidad de esa forma, Borges es un ejemplo excepcional, pero en lo personal, no es lo que deseo para mi vida.

Actualmente soy estudiante de Artes. Me faltan, más o menos, unos dos años para graduarme. Es una carrera teórica, donde se enseña Historia del Arte y Estética. Tiene cinco menciones: Gestión Cultural, Cinematografía, Escénicas, Musicología, y Plásticas. Yo me fui por la última. Siento que el ciclo de especialización de mi escuela es como un catálogo visual del recorrido del hombre y de sus producciones simbólicas, que aprendo a ver con un ojo más entrenado, con una intención cosmopolita, pues el mundo se me revela en pinturas, esculturas, edificios, y también en fotografías. Es una forma de viajar a través de lo visual. Realmente me hace feliz haber tomado esa decisión, y sé que en un futuro me será de mucha utilidad.

(Apertura: 4.5. ISO: 100. Velocidad de obturación: 1/2500)

El mayor hallazgo de mi carrera universitaria, sin lugar a dudas, es la Estética. La filosofía del Arte y de la Belleza, que ahonda en el mundo sensible y su percepción, es un tesoro que he encontrado en las aulas de clase, y del cual no me puedo desprender. Hasta ahora, no es mucho lo que sé al respecto, pero como he dicho antes, la vida es larga. No son pocas las cosas que me interesan, por lo tanto, sé que mi proceso de formación será largo e intenso. Todavía hay mucho que aprender.

Leer, escribir y tomar fotografías son las actividades que más disfruto hacer, me encanta poder llevarlas a ambas en equilibrio. Hacer retratos involucra moverse, conocer el ambiente, explorar el lugar, y finalmente, hacer el click. Me confieso obsesionado con el fenómeno de la mirada. Escribir, por su parte, me exige sentarme y reflexionar, aislarme, centrarme en cada detalle. Son procesos diferentes, pero a fin de cuentas, son mis formas de conocer el mundo.
(Apertura: 4.5. ISO: 100. Velocidad de obturación: 1.2 segundos)

Más o menos, es ese el resumen de mis pasiones. El tiempo siempre trae sorpresas, y el camino tiende a tornarse confuso por momentos, pero detenerse sería como bloquear la luz del sol. El pecado de Adán y Eva no fue haber comido la manzana, fue haber pretendido quedarse en el Edén pudiendo conocer el resto del mundo. Dios los expulsó para hacerlos conscientes de las maravillas que creó. El Fruto del conocimiento lo es también de la libertad, te permite resumir la vida exterior en el interior de tu ser. Es esa mi forma de pensar, mi forma de vivir.

Diego Alejandro Torres

(Apertura: 4.5. ISO: 100. Velocidad de obturación: 1.6 segundos)