Los juegos tradicionales están dotados de una especificidad asociada a un conjunto de procesos, relaciones, y formas de organización social dignos de ser reconocidos y potenciados en cualquier propuesta pedagógica.
Pere Lavega
Entre los juegos tradicionales venezolanos, el juego de palos es poco conocido. Como lo expresa Ryan (2011): “Entre las generaciones de jóvenes, el arte es frecuentemente ignorado o marginado,…” (p. 3), no obstante, tiene la misma importancia o valor como cualquier otra manifestación cultural. Si aceptamos la esgrima deportiva o la de duelo (italiana o francesa), de espada, sable o florete; las artes de combate japonesas como el judo, el karate, el aikido que tienen sus antecedentes en escuelas de artes de guerra (budo); o la lucha romana o la greciana; el taekwondo de Corea o el wushu de China. Entonces, ¿Por qué no el juego de palos?
No estoy en contra de los deportes, disciplinas o artes de combate que he mencionado, de hecho, he practicado algunos de ellos. Llamo la atención a reflexionar como venezolanos para que conozcamos nuestras tradiciones y conservémoslas.
En cuanto a su práctica, para mí, en el juego de palos, el patio –centro de práctica o gimnasio criollo– es el crisol donde se pulen las habilidades técnicas y los saberes estratégicos cuyo ensamblaje hace al practicante completo; es además un lugar donde se forja el espíritu de la disciplina, la vinculación al grupo, el respeto tanto por los demás como por uno mismo y la autonomía de la voluntad. En tiempos pretéritos, es decir, antes, el patio era el solar de una casa o un sitio oculto a la vista de las personas. Hoy en día, el patio es un lugar que puede ser una calle, una plaza, un museo, un parque, un gimnasio, una cancha deportiva; o como ha llegado a materializarse, un salón de clases.
Cuando practico el juego de palos siento que estoy reafirmando mi identidad cultural al evocar, compartir o recrear formas que para mí tienen sentido en la medida que las hago propias, en donde interactúo o me relaciono con otras personas que comparten las mismas concepciones, motivos y sentidos. Ellas tienen sus posicionamientos en otras áreas distintas a las mías, pero en este aspecto de nuestro patrimonio cultural nos identificamos bastante. Primero y antes que nada como toda práctica social, nos aglutina como cualquier otro grupo de personas que tenemos oficios, trabajos, pasa tiempos. En fin, el garrote nos une en aquellos patrones comunes en donde nos sentimos identificados. En el Patio se dan todas estas acciones.
En fin, el juego de palos un método de combate que consiste en echarse (atacar) los palos al cuerpo y quitárselos (defensa) por reflejo visual. Esto no excluye cualquier otro recurso de pelea que las circunstancias lo permitan.
Los jugadores de palos pueden enfrentarse y combatir esplendorosamente sin encontrar otros obstáculos que las diferencias de temperamento y la diversidad de algunos ataques, obstáculos que encuentran también a diario en el combate con adversarios de la misma escuela o linaje y hasta del mismo patio de juego de garrote.
En función de quienes lean, publicaré posts vinculados a esta manifestación cultural venezolana para continuar difundiendo dicho patrimonio cultural.
¡Bendiciones!
FUENTE: Cordero, M. (2015). Construcción de sentidos sobre el tradicional juego de palos venezolano y la educación en valores.
Para una información más ampia sobre lo que es este arte de combate, puede revisar el post:
https://steemit.com/spanish/@miguelcordero/el-noble-arte-del-juego-de-palos-venezolano