El nuevo paradigma del trabajo

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La 1ª revolución industrial provocó un éxodo masivo de la gente del campo a las ciudades. Aparece el trabajo tal como lo conocemos, un individuo ofrece su fuerza de trabajo a cambio de una prestación económica o de cualquier otro tipo.

Primeramente las jornadas de trabajo eran de 16 horas y trabajaban mujeres y niños, quienes para más inri, cobraban mucho menos salario porque en teoría producían menos, las condiciones de trabajo eran penosas y las de seguridad e higiene totalmente nulas.

Pero no fueron momentos fáciles, el mundo tuvo que superar la primera guerra mundial, la gran depresión y la segunda guerra mundial.

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Lentamente, al menos en el mundo occidental, con la intervención de los sindicatos que aparecen en el siglo XIX, a base de palos y huelgas las condiciones de trabajo empiezan a ser “tolerables”, tras la primera guerra mundial en virtud del “Tratado de Versalles”, se crea la “Organización Internacional del Trabajo” organismo perteneciente a la ONU, integrado por gobiernos, sindicatos y empresarios.

Pero dura poco la alegría en casa del pobre, en 1929 se produce la “Gran depresión” que vuelve a dejar el mundo hecho unos zorros, algunos países como Alemania no se consiguen recuperar y eso propicia el inicio de la segunda guerra mundial diez años después.

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Tras esta segunda contienda, con países arrasados que necesitan reconstruirse y poca mano de obra a causa del gran número de fallecidos las cosas empiezan a prosperar, los sindicatos siguen actuando y las jornadas de trabajo se siguen reduciendo, aparecen las vacaciones pagadas y el concepto de seguridad social.

La seguridad e higiene en las empresas pasa a ser realmente importante pudiendo reducirse drásticamente la siniestralidad laboral. Pero a pesar de la gran evolución básicamente el trabajo seguía siendo igual.

Los que nacimos en la generación del "baby boom", sabíamos que, estudiando una carrera, teníamos muchas posibilidades de conseguir un buen empleo, gratificante y bien remunerado. Incluso si uno no quería o no podía acceder a una carrera o sin tan siquiera un módulo formativo, era relativamente fácil encontrar un trabajo que te permitiese vivir más o menos digna y sosegadamente hasta la jubilación (que también creíamos que habría).

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La revolución digital, si bien acabó con muchos puestos de trabajo, generó una ingente cantidad de nuevos empleos alrededor de la informática que permitieron la creación de nuevos nichos. Las empresas comienzan su “digitalización”, el empleo se vuelve cada vez más especializado y el paradigma del trabajo se modifica, lento pero inexorable.

A partir de la segunda década de este siglo las cosas empiezan a cambiar de forma drástica, las nuevas tecnologías y la automatización que estas conllevan, poco a poco se irán llevando todo el trabajo tal como lo conocemos.

En lo que nos queda por delante, el concepto mismo de empleo desaparecerá; tendremos que olvidarnos de trabajar con un horario y un trabajo estable y predecible.

Cada vez cobra más fuerza el término "knowmad", contracción de "knowledge" y "nomad", es decir nómadas del conocimiento, personas o grupos que trabajan en un proyecto común en cualquier ubicación y, una vez finalizado, vuelve cada mochuelo a su olivo.

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Además, por supuesto, de los empleos relacionados con la informática, software y hardware, los empleos que tendrán futuro en adelante serán aquellos que impliquen un reto diario, todo lo que sea repetitivo será hecho por robots, tendrán que ver con creatividad, entretenimiento, atención sanitaria y social, educación.

Según un artículo de “El Economista” El 85% de los empleos de 2030 no existen en la actualidad, podremos ser diseñadores de entornos virtuales o tener un salón de té en alguna realidad virtual alternativa, auditor de ecosistemas, técnico de captación de CO2 o tangibilizador de entornos virtuales, muchos de los empleos ni siquiera los podemos imaginar.

El problema es que, al contrario que en las otras revoluciones, en este caso el cambio es tan drástico y tan rápido que no va a ser tan fácil reponer los trabajos que se destruyan con esta cuarta revolución.

Obviamente, los que sobrevivan, tendrán más abundantes y mejores empleos, más gratificantes y mejor remunerados pero, para los que se queden descolgados, el riesgo de exclusión es realmente preocupante.

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Pero no todo son malos royos, estamos en la mejor época de la historia para vivir, las tendencias “open software y hardware” permiten el acceso a todo el mundo a las nuevas tecnologías, internet es el medio más democrático jamás inventado, tanto da que seas guapo o feo, rico o pobre, hombre o mujer, gay o hetero, incluso listo o tonto a juzgar por algunos de los contenidos de la red, si te molestas y trabajas encontrarás tu nicho.

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