No siempre recuerdo cómo he conocido la obra de algunos poetas o escritores; maneras hay muchas, a veces inverosímiles. A François Villon me lo presentó Ezra Pound en El ABC de la lectura:
El más duro, el más auténtico, el más absoluto poeta de Francia. El vagabundo, el realista, que fue también un sabio. Pero a quien el sueño medieval le fue arrancado a golpes de martillo.
Tratándose de Pound, tan elogiosa presentación fue un sobrado acicate para la voracidad de lector de mis veintitantos años y sin darle tregua a la impaciencia me hice pronto del volumen de las poesías completas de Villon, en la edición bilingüe de Libros Río Nuevo, traducidas por el poeta argentino Federico Gorbea. Pero antes de citar y comentar los versos de Villon, algunos datos sobre la vida del poeta cuya obra, según coinciden críticos y escritores, es el principio y revelación de la poesía moderna en Francia.
¿Por qué poeta y ladrón… y asesino?
Se sabe que nació en París en el verano de 1431, el mismo año (30 de mayo) en que fueron arrojadas al Sena las cenizas de la santa y heroína Juana de Arco. Su biografía, o parte de ella, se ha podido conocer por la minuciosa búsqueda en los archivos judiciales por latrocinios, un asesinato y varios destierros. Algún día de 1463, después de haberle sido conmutada la pena de muerte el 5 de enero de ese año por diez años de destierro de París, desapareció para siempre, sin que se sepa de rastro alguno, ni qué hizo ni cuándo murió.
En 1448 ingresó a estudiar en la Universidad de París, en 1450 se graduó de bachiller en 1450 y en 1452 se convirtió en Maestro de Artes (como decir hoy licenciado en Letras).
Su verdadero nombre fue François de Montcorbier, aunque en una carta de indulto de 1456 aparece como François des Loges, pero adoptó el Villon en agradecimiento al capellán de Saint-Benoit-le.Betourne, Guillaume Villon, a quien le fue confiado por la madre del poeta.
El 5 de junio de 1455, a eso de las nueve de la noche,François Villon, al parecer borracho, compartía un banco de la plaza SanBenito con una tal Isabel y un sacerdote llamado Gilles. De pronto llegaron el sacerdote Phillipe Sermoise y un tal Jehan le Mardi, y por un asunto no muy claro, probablemente por los favores de una mujer, el sacerdote saca un puñal y hiere a Villon en el labio, los testigos se esfuman y quedan el cacerdote y Villon trabados en pelea: Villon lo hiere en la ingle, el sacerdote cae y Villon lo remata con un piedra en el rostro y huye. Mientras el poeta fue a casa del barbero Fouquet para que le cosiera el labio, alguien recogió al sacerdote y lo llevó al Hospital de Dios, donde murió al día siguiente.
Villon estuvo siete meses alejado de París, pero antes de enero del año siguiente consiguió el perdón del rey. Luego vendrían robos y más vida desordenada y delictiva y más castigos y más perdones, pero leamos a Villon, que por cierto, según la detallada investigación lingüística del crítico e historiador de la literatura francesa, Gustave Cohen, ha de pronunciarse Viyón y no Vilón, acorde con la fonética de ciertas regiones de Francia en aquellos tiempos.
La voz de Villon
El legado, El testamento y dieciséis poesías diversas conforman la obra de Villon, un poco más de doscientas páginas. He titulado este aparte la voz de Villon, y no la obra de Villon, porque es la originalidad de su voz, en los temas y en el lenguaje, lo que lo hizo un poeta con todo el rigor de las postrimerías de la Edad Media y más allá de su tiempo.
Bien es verdad que he amado
y aún amaría con gusto;
pero el triste corazón y el vientre hambriento,
sólo saciado en un tercio,
me alejan de los amorosos senderos.
En definitiva, que se aproveche
quien se haya hartado en las despensas,
pues de la panza viene la danza.
(El testamento, estrofa XXV)
Dejemos a la Iglesia donde está,
hablemos de cosas más amenas:
esta materia no satisface a todos,
resulta enojosa y desagradable.
La pobreza triste y dolorosa,
siempre despiadada y rebelde,
dice algunas palabras que escuecen;
si no se atreve, al menos las piensa.
(El testamento, estrofa XXXIV)
Valga hasta aquí como presentación, y en una próxima publicación comentaré con más detalle la poesía de Villon, pero cerremos esta con la célebre y celebrada por muchos y repudiada por otros tantos, La balada de la gorda Margot.
Copiado de mis archivos personales, traducción de Carlos Alvar
Aquí les dejo un enlace y dos títulos para quienes quieren leer más de y sobre Villon; y como ya adelanté: en una próxima entrega comentaremos la poesía de aquel vagabundo al que le fue arrancado el sueño medieval a golpes de martillo:
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=villon-francois
François Villon, Poesía, Editorial La Oveja Negra, traducción de Carlos Alvar, Bogotá, 1983.
Robert Louis Stevenson, François Villon: estudiante, poeta y ladrón, traducción de Javier Escobar Isaza y Eva Zimerman de Aguirre, Editorial Norma, Bogotá, 1998.
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Saludos ya de nuevo aquí
Felicitaciones... Este par de artículos sobre uno de los grandes poetas de todos los tiempos son sobresalientes... Francois, un rebelde libertario en tiempos en que eso te podía costar la vida...