Entonces, estábamos ahí, de vuelta en París, el mismo clima, las mismas vistas, esa mesera, Claudia que siempre nos recibía con una sonrisa con sus comentarios dulces asegurando que algún día quisiera tener una relación como la nuestra. Todo era igual, el clima estaba nublado, perfecto para usarlo como excusa y abrazarla. Nos encontraríamos a las diez como de costumbre, me aseguré en llegar antes porque sé lo poco que le gusta esperar. Debo confesar que los nervios se apoderaban de mí, pero después de dos años sin verla ¿quién no?
Llegó, era simplemente como la recordaba, ese vestido que usó la vez que fuimos a conocer a sus padres, recuerdo que estaba nerviosa y le sudaban las manos, sonrojada como cada vez que le hacía un cumplido, pero era diferente, sus nervios y alegría no la dejaban procesar la información de lo que estaba pasando, nunca la había visto así. Hasta ahora, simplemente estaba preciosa, su cabello alborotado y sus labios rojos, aquí caigo en cuenta y me pregunto ¿cómo una persona como yo, se puede emocionar tanto a esta edad? ¿Cómo después de tanto tiempo me sigue saltando el pecho cada vez que le veo? Pero, ¿A quién quiero engañar? si desde la primera vez que nos vimos fue así.
Se sentó, movía las manos bajo la mesa, me citó aquí porque tenía algo importante que decirme, doce horas de vuelo para vernos acá, en nuestro lugar, yo me preguntaba por qué no lo hacía por un correo electrónico o por una llamada simplemente. Pero, era ella, siempre tan misteriosa y complicada.
Hablamos de temas triviales mientras almorzábamos, me hacía sentir en el cielo. simplemente verla reír, su sonrisa, me llenaba el alma. Esperaba que me diera la noticia ¿Será que ya estaba lista? ¿Por qué le daría tantas largas al asunto?
Por fin me dijo que me había citado en el lugar porque tenía respuesta a nuestra situación. Pero que no era el lugar adecuado para hablar de ello así que me llevaría a otro lugar.
Despidiéndonos de Claudia salimos, me tomó la mano bajo la lluvia y me llevaba a una dirección desconocida. Entramos a un edificio muy moderno con un tono clásico y seguidamente a un apartamento. Cada vez me intrigaba más.
El apartamento estaba vacío, me pidió que lo recorriera, asomándose a las ventanas, cada una de ella tenía vista a alguno de nuestros lugares importantes. Dónde fue nuestro primer beso, la plaza donde comimos helado en nuestra primera cita, incluso donde la vi la primera vez que me enamoró. Quien diría que dos personas extranjeras se enamoraban en una calle llena de tráfico. Lo recuerdo muy bien, cuando me llamó la atención su acento, una inglesa en París y yo, venía de Colombia para una entrevista de trabajo, desde esa conversación no pudimos separarnos hasta ese día. El día que le propuse irnos a vivir juntos a París, me dijo que tenía muchas cosas que pensar y simplemente a la siguiente mañana se había ido.
Y aquí estamos, dos años después, sentados en el piso de un apartamento vacío esperando respuesta. Estábamos ahí cuando de repente sonó el despertador para tomar mi vuelo para viajar a París, a verla a ella.
Hola @marinesmaza, estoy aprendiendo espanol y disfrute leyendo tu blog.
Hola! me alegra que lo disfrutaras. Muchas gracias por leerme