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Hay algo que tienen en común las dos imágenes, y es que ambos cuerpos son capaces de deformarse. Se podría intuir entonces –erróneamente- que se trata del mismo principio y que plasticidad y elasticidad son sinónimos, pero ¿alguna vez has oído decir que alguien tiene plasticidad? Yo no lo creo…
Diferencia entre la gimnasta y la plastilina
Se puede decir entonces, que la plastilina experimenta deformaciones plásticas porque éstas son permanentes, es decir, una vez que se retira la fuerza que produce la deformación, su forma no se restituye; y los músculos de la gimnasta, por su parte, experimenta deformaciones elásticas porque siempre que quiera podrá adoptar de nuevo su postura natural.
Elasticidad y plasticidad de los materiales
La palabra elasticidad no solo se refiere a músculos y gomas elásticas, también incluye al acero, la madera y otros materiales que puedan experimentar considerables deformaciones no permanentes. Generalmente, los materiales que nos rodean pueden comportarse tanto de manera elástica como plástica, dependiendo de la magnitud del esfuerzo al que estén sometidos. Si por ejemplo, estiramos un resorte y luego lo soltamos, éste volverá a su posición inicial siempre y cuando la fuerza aplicada no haya sido tan grande como para ocasionar deformaciones permanentes (plásticas).
Es decir que existe una línea delgada que separa las deformaciones elásticas de las plásticas, dicha línea se representa con un esfuerzo límite (límite elástico), que cuando se supera, ocasiona una deformación permanente, y si la carga no cesa, seguramente el material terminará rompiéndose. Justo como el gimnasta de la foto de más arriba.
Es así como se comportan la mayoría de los materiales que nos rodean, incluso aquellos cuyas deformaciones no se pueden percibir. Solo algunos materiales, como la plastilina o el hule, reciben el nombre de plástico perfecto y elástico perfecto –respectivamente-, debido a que prácticamente experimentan un solo tipo de deformación.
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El patito de hule recobrará su forma después de apretarlo, mientras que la arcilla conservará la forma que el alfarero disponga, incluso después de que éste haya retirado sus manos de ella.
BIBLIOGRAFÍA
Structures: Or Why Things Don't Fall Down, por J. Gordon.