¿Quién es tu peor enemigo?

Hace tiempo leí un artículo que explicaba que todos tenemos un límite de daño, y ese límite era el daño que nos hacíamos a nosotros mismos. De eso quiero hablarles, y hablarme hoy.

¿Por qué soportas tanto daño de otras personas?

Porque tú mismo te haces mucho daño, y por eso lo toleras, todo el daño que te has permitido recibir hasta hoy, querido amigo, no es más fuerte que el que te has hecho a ti mismo a lo largo de tu vida. Y es por esto, que cuando alguien rebasa esa barrera del daño que te has hecho ¡Despiertas! Así, de a golpe, como de un mal sueño… ¡Oye, está doliendo!

A lo largo de mi vida, he tenido un sinfín de experiencias tristes, dolorosas, un autoestima que se tambalea con un suspiro, y he sido mi mayor crítico; sensaciones de tristeza, decepciones, culpabilidad, que no me desamparan, y una incapacidad de salir de ese círculo vicioso, de gritar ¡Ese no es mi problema! Se han apoderado de mí.

Hoy quiero hablarme, hablarte, pedirnos que por favor, paremos. Es cierto que no somos responsables de lo que vivimos en nuestra infancia, que no pudimos controlar el dolor que fue causado en la adolescencia, pero hoy somos responsables de seguirlo permitiendo, o cortar los lazos con el dolor, destruir el puente de por vida.

Creo que el perdón más grande se lo debo a mi alma, a mi cuerpo, por permitirme dañarme tanto, porque no ha sido justo… Porque quiero seguir sin miedo de ser dañada, confiar en mi y saber que soy mi mano derecha, no la izquierda que me apuñala; ya basta de miedo a la soledad, porque quiero empezar a disfrutar conmigo, a ser mi propio pilar, y saber que no me haré más daño, porque sólo de esa forma dejaré de sufrir.