Es menester tener especial cuidado de no incurrir en el espíritu depravado de aquella especie de vanidad, que inclina (cuando enseñamos a otros) a servirnos de asuntos profundos y sublimes; respeto de que sola la humildad y pura intención de agradar a Dios, es la que perfecciona cuanto por su gloria se emprende.
Tomado del Diario de Máximas, sentencias y dichos memorables de S. Vicente de Paul, Fundador de la congregación de la Misión, y de las hijas de la Caridad. Sacado de su vida escrita por Monseñor Ludovico Abelli, obispo de Rodez. Barcelona. 1834.
Así es! un corazón contrito y humillado no menosprecia Dios!!