La egocentrista sociedad de la información piensa que todo lo sabe y que de todo se puede opinar, y que, si lo buscas en Google, ya eres un experto. Dicen que los hombres cuando están sobrios hablan de fútbol, mujeres y... eso, de fútbol y mujeres. Y que cuando están ebrios hablan de religión, política y educación. A esta última me vengo a referir con este post.
Me hace sonreír escuchar a madres elaborar sus teorías del aprendizaje, y cada una piensa que su pedagogía es la mejor. No quito razón, pero ¡por favor! no queramos estandarizar la educación de todos los hijos del mundo, porque cada hijo es merecedor de una educación única adaptada a él, que también es único.
Para que se entienda, lo compararé con otra práctica tan necesaria como la alimentación. Todos debemos alimentarnos todos los días, pero no todos necesitamos el mismo alimento. Como buenos omnívoros de base (todo mi respeto a los que no pueden o no quieren serlo) tenemos un amplio menú de degustación, entre alimentos animales, vegetales y derivados.
Y todo esto viene tras una conversación que escuché en la que una madre comentaba que había empezado a aplicar una nueva técnica para "quitar" el enfado a su hijo de 3 años, que consistía en dejarle gritar durante un minuto y después preguntarle cómo se sentía y por qué. Otra madre dijo que lo mejor era ignorar al pequeño hasta que se le pasara el enfado.
Mi opinión es... que si a cada una le funcionaba con su hijo, las dos tenían razón.