Ecos de voces que claman justicia

Mirando alrededor observó ecos de voces que claman justicia. Cada memoria del día percibe sus ecos que no paran se duermen y levantan emanando su energía de cada record de vida que palpita en cada uno que levanta su voz.

La voz del pequeño callejero que es solo hijo de la calle, porque los que pueden ayudar caminan rápido y sin mirarlo solo dejan una triste limosna.

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Personas que por desesperación entran en crisis y llegan a comer de la basura sin ser indigentes se debaten entre el hambre y la vergüenza. Mirada perdida del anciano que espera recibir en un banco una paupérrima pensión, por los esfuerzos de su vida, después de un día de cola y sol, que a agrietado más su alma que sus mismas arrugas.

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Ecos de voces que claman caminando entre escombros de estructuras sociales derrumbadas que anhelan ser oídos, llámense maestros, doctores, enfermeros, estudiantes o cualquier otro participante que creen un mañana mejor, mirando alrededor veo las luchas de los que creen que reman con fuerza para no ser tragados por la escasez, el hambre y la enfermedad.

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Las voces y sus ecos retumban la tierra, nada las detiene, solo esperan en una línea llamada libertad. A veces me pregunto dónde está mi voz, se une y se desgarra por el dolor de saber que cada día se pierde una vida que espera ser salvada, pero aún no aparece la diálisis y la quimioterapia.

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Pero una vocecita me susurro al oído, no pierdas la esperanza y levanta la voz, por cada agravio se fuerte y valiente y únete a las marchas de los ecos que claman, una gota lluvia cuando se une al mar se convierte en torrente, inspirado por Dios veo que vale la pena vivir en un país llamado Venezuela.

Respiro y observo las voces de los niños de la escuela, cantos de alegría y esperanza, la mirada de ternura de un niño aprendiendo a caminar que le dice a su padre sin hablar no me dejes caer, esa mirada del joven soñador que aspira cumplir con sus proyectos de vida.

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Los ecos de millones que esperan surgir entran en mi corazón, y me dan nuevas fuerzas, convicción oportuna que actúa como un bálsamo al pensar que todos buscamos un mejor futuro, pero no debemos omitir en el silencio porque hay miedo en la piel, más bien alzar la voz unidos a multitudes.

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Tomo la tierra fértil donde vivo, preñada de ganas por florecer y abarrotar de frutos nuestros campos, pero al mismo tiempo ella también levanta su voz desmembrada dando señales de colapso .

Esperando ser escuchada, las voces que claman justicia se unen en espacios y tiempos continuos.