UNA VELETA EN EL VIENTO. PARTE I

Juego de Roles
La sociedad vista como un sistema abierto, necesita una organización en cada uno de los subsistemas que la componen y cada uno de ellos debe tener reglas establecidas que lo guíen y sustenten su permanencia según el paradigma que rige dicha sociedad en un tiempo y en un espacio; mientras no se produzca un cambio paradigmático dentro de esta sociedad, el cumplimiento de reglas es de vital importancia para mantener el orden y garantizar la convivencia.
Cada subsistema debe estar fuertemente engranado para que le brinden al sistema general, estabilidad, continuidad y progreso en función del objetivo que se persigue.
Cuando uno de los subsistemas empiezan a mostrar fallas que no son subsanadas a tiempo va arrastrando a los demás subsistemas hasta verse el derrumbe del sistema general, donde todo el conjunto de reglas establecidas para su funcionamiento en el resguardo del civismo se traducen en una sola regla; no hay reglas y empieza el sistema a moverse como una veleta en el viento.
Una sociedad orientada a un fin, debe ser minuciosa al seleccionar el guía que estará al frente de una determinada organización, pues si busca prosperidad y continuidad en el tiempo, entonces hará un estudio de las cualidades, potencialidades y debilidades de quien guiará del destino de la misma en función del rol que va a desempeñar, buscando siempre el logro del objetivo final.
La selección adecuada del guía de una organización que forma parte de un sistema, se hace realmente difícil en sociedades que mantienen una ética subjetiva, basada en lo familiar, donde una errada elección puede traer como consecuencia un desajuste en las bases de la misma, pues quien estará a cargo de fortalecer dichas bases, puede que no tenga la debida preparación para tomar las decisiones adecuadas en momentos de pequeñas fracturas pudiendo producirse el debacle de la organización que le tocó dirigir en detrimento del objetivo final y arrastrará consigo los otros subsistema con los cuales se relaciona, poniendo en peligro la sana convivencia que debe reinar dentro de dicha sociedad. En este sentido, se puede observar, cómo podría desestimarse el potencial de un posible guía, porque no basa sus relaciones y decisiones en lo familiar, sino en las acciones particulares.
Una adecuada elección del personal que se pondrá al frente tanto de grandes organizaciones, como pequeños negocios e instituciones puede llevar en un gran porcentaje al logro de los objetivos propuestos.
Las sociedades que han acogido en su seno una ética objetiva en la asignación de roles, han llegado a ser más prósperas y estables (U.N.A, 2000).
Como ejemplo, se presenta el caso de un pequeño comerciante, dueño de un auto periquito a quien se le retira un empleado modelo por razones personales, dejándole una vacante y él, a pesar de contar con personal calificado y proactivo en la atención al público, decidió darle el puesto a alguien que le era más cercano a pesar de mostrar poco interés por las relaciones humanas. El dueño del local empezó a observar que las ventas habían caído considerablemente en menos de tres meses y al indagar sobre las razones, notó que muchos clientes dejaron de frecuentar su establecimiento alegando que no recibían un trato amable y cordial.
El cumplimiento del rol en su justa proporción, indica conocimiento del objetivo que se persigue y compromiso para que se logre, mientras que su incumplimiento señala poco compromiso con quien le asignó dicho rol y falta de interés por el futuro de la sociedad que representa, donde la incompetencia en el cumplimiento del mismo, si no es canalizado a tiempo podría ser un indicativo de la incompetencia de quien realizó dicha asignación al no hacerle un oportuno seguimiento.