Muchos no conocen todo lo vivido en las protestas que ocurrieron en Venezuela, incluso hasta nosotros mismos los venezolanos desconocemos todas las historias que en ellas se desarrollaron. De palabras de una joven universitaria de 21 años de edad, tengo el gusto de contarles la siguiente historia.
Año 2017, Venezuela continuaba con uno de los más grandes descontentos políticos de su historia, descontentos que no solo fueron ocasionados por la política, sino por la gran crisis que se padecía en silencio, pero que lloraba a gritos que pronto acabara. Todos los venezolanos viviendo el día a día, ahogados en la monotonía, en la rutina y sobre todo, en la incertidumbre de no saber que nos esperaría en el futuro, evitando caer en la desesperación aún cuando se aguantaban tantos golpes, aún cuando se vivía en total humillación y aún cuando se miraba al rededor y lo único que se encontraba era miseria y tristeza. Salir a la calle, a la universidad, al trabajo, a la plaza, o a cualquier otro lugar, era siempre encontrarse con la misma conversación común, la crisis, en la que nunca podía faltar la pregunta obligatoria ''¿Te iras del país?'', la cual no era tan fuerte hasta que, el que respondía ''Si'' era un ser querido o un gran amigo, y lo peor no es eso, sino el detenerse al pensar que, en realidad, era la mejor decisión que se podía tomar.
Mes de Abril, las protestas llegaron sin avisar, pero por un largo tiempo fueron muy esperadas por todos, ya la situación y los abusos eran inaguantables, y el silencio no se pudo mantener por mucho tiempo. Muchos jóvenes nos encontrábamos en plenos exámenes, ya sea en la universidad o en el colegio, pero nuestra preocupación por el país era mayor. Los días pasaban y las protestas se volvían cada vez más contundentes, al igual que las represiones, y no era hasta que te encontrabas en la calle cuando te dabas cuenta de las atrocidades que allí ocurrían, dado que los medios de comunicación preferían no transmitir nada de ello.
El día a día de muchos jóvenes comenzaba con un beso a su madre, padre, por la mañana, sin saber si ese beso sería el último que se darían; o ver a un amigo y abrazarlo como si fuese la última vez, diciéndole ''por favor, cuídate mucho''. Que difícil era enterarse por redes sociales sobre la cantidad de muertes que se cobraban por día las represiones, la cantidad de vídeos que trataban de documentar la situación tan grave que vivíamos, y que difícil era recibir una llamada diciéndote que un amigo había fallecido, ese amigo que te dijo en días anteriores que se iba pronto del país a buscar un mejor futuro, ese amigo con toda una vida por delante, sin necesidad de estar en la calle por la situación, pero que aun así mantenía la esperanza de seguir, luchando por su país para construir su futuro en Venezuela.
Nunca me imaginé hasta donde podía llegar la solidaridad del Venezolano, la hermandad, hasta que me topé con uno de los guerreros más grandes que conocí. Fue en la Plaza Altamira, Caracas, donde se encontraba un joven de 16 años de edad, con la ropa rasgada, sin zapatos, solo con un pedazo de plástico como escudo y un trapo que cubría su boca, pero con un gran corazón y una gran historia que compartirme. Me senté a su lado y seguidamente le pregunté .- ¿Quieres algo de comer o de tomar?.. a lo que él me respondió con una gran sonrisa detrás de ese trozo de tela que cubría su boca hasta las orejas .- Noo, no te preocupes [dijo muy apenado], todos los días un grupo de señoras de por aquí nos bajan potes con sopa y jugo por las mañanas antes de iniciar la protesta... inmediatamente en mi rostro se dibujó una sonrisa, mientras el continuaba diciendo .-A veces también nos bajan insumos para los efectos de las bombas lacrimógenas y escudos.. yo sin palabras, y sorprendida por lo que me contaba le pregunté .- ¿Y por la tarde comes algo?..a lo que él me respondió en tono burlón y con risas .- Si, bombas lacrimógenas y perdigones... ambos reímos, pero yo no podía evitar el pensar como un niño tan joven podía estarse preocupando y pasando por tan horrenda situación; sin detenerme mucho a pensar le pregunté .- ¿Y tus padres, saben que estas aquí?.. él distrajo un poco la mirada, y bajando la cara me respondió .- Mi mamá sabe que estoy aquí, aunque todos los días antes de salir me suplica para que no lo haga, sin embargo, no me detiene y me da la bendición.... hizo una pequeña pausa, y luego de un largo suspiro me dijo .- y mi padre.. a mi padre lo mataron hace 2 años, sólo quedamos mi hermanito, mi mamá y yo, y todo esto lo hago por ellos... Su respuesta fue tan pura, cruda y sincera, que mis ojos no pudieron contener el llenarse en lágrimas, pero rápidamente mire hacia otro lado y las contuve lo más que pude; hicimos una pequeña pausa, cada quien mirando hacia un punto de la hermosa plaza; luego de unos segundos coincidimos miradas, con los ojos cristalizados, y soltamos una pequeña risa.. era sorprendente como siempre mantenía una sonrisa en su rostro, y más aún como siempre me la contagiaba.
Me causó algo de intriga su respuesta anterior, y no pude evitar preguntarle .- ¿Por qué dices que lo haces por ellos?...y él me respondió .- Mi papá era el sustento de nuestra familia, él se esforzaba diariamente por darnos las 3 comidas diarias, y aunque su sueldo no alcanzaba, algo hacía, todos en el barrio lo querían, y aunque nunca tuvimos las mayores comodidades, vivíamos muy felices los 4, y cuando él se fue, se nos vino el mundo encima, y ahora yo soy el hombre de la casa, y no me pienso quedar sin hacer nada, voy a luchar por mi país, y pienso salir victorioso, quiero estudiar y trabajar en un país libre, no en uno en donde solo puedo comer una vez por día.. Después de aquellas palabras, quede perpleja, la fuerza con la que me las dijo fue algo indescriptible, y más tomando en cuenta que las mismas venían de un muchacho de 16 años, que no se había graduado del liceo. Luego de unos minutos, le dije.- Eres un ejemplo a seguir, estoy segura que tu papá está muy orgulloso de ti donde quiera que se encuentre, lo siento mucho.. él solo me miró y sonrió, y le dije .-¿Y no te da miedo, digo, estar frente a los guardias con armas y tú solo con un escudo de plástico?.. con mucha seguridad en su mirada me respondió enérgicamente .- No me da miedo alguno, en la zona de guerra uno solo piensa en proteger al que tienen al lado luchando con ellos, todos somos hermanos y nos cuidamos como tal, si uno cae haces de todo para lograr que se levante de nuevo; muchas personas nos respaldan detrás de nosotros, y nosotros luchamos por ellos también, somos todos por todos; cuando alguien cae herido hay varias personas en moto que nos auxilian y nos llevan hacia atrás, donde muchas personas nos atienden, son como nuestros ángeles de la guarda, como tu familia, aunque no tengas ni idea de quienes son.. observando mi cara de asombro, continuó .- Todos nos ayudamos como podemos, así no estés en el frente todos cumplen una función, te digo, sin el mar de gente que están detrás de nosotros, estaríamos perdidos. Un día estaba yo en el frente, haciendo la torre con los escudos, para defender a los que estaban detrás devolviendo las bombas; lo último que recuerdo de eso es que de repente estaba en el suelo, y sin poder respirar, el chamo que estaba a mi lado me sostuvo y me cubrió en todo momento con su escudo, y me llevo hacia atrás, donde me llevaron a un centro de salud en Chacao, me habían pegado una bomba lacrimógena en el estomago que había logrado traspasar uno de los escudos de mis compañeros; me cuentan, que al momento de caer al suelo, la torre de los escudos se quebrantó por unos segundos, tiempo en el cual uno de los guardias ya estaba preparado para disparar otra bomba directamente hacía mí, en lo que uno de mis hermanos [haciendo referencia a otro joven del frente] se abalanzo sobre mí para cubrirme con su escudo, y me cubrió hasta el final, recibiendo las bombas directas en su escudo y sus piernas; puedo decir en este momento, que estoy vivo gracias a él y a todas las personas que estaban allí, en nuestra guerra.. impactada con tan sorprendente historia y con la piel de gallina le pregunto .- ¿Y aún estando al borde de la muerte, sabiendo que puedes morir en cualquier momento y dejar solos a tu hermanito y a tu mamá, por qué sigues allí, arriesgándolo todo?.. Me miró a los ojos y me contestó .- Porque ellos me necesitan, cada una de las personas que está marchando, son mi familia, todos estamos por una misma razón, por nuestro país, y no los pienso abandonar; ese día que casi muero y ese hermano me salvó la vida, yo no pienso dejarlos solos, porque quizás sean ellos los que hoy o mañana, me necesiten a mi, y sin duda, estaré ahí para dar hasta mi vida por ellos, igual que como lo haría con mi familia, con mi mamá y mi hermanito... Yo no podía creer el amor y la pasión con las que decía cada una de esas palabras, la felicidad que sentí en ese momento fue asombrosa, como tan solo un niño de 16 años de edad, hacía tanto por todos nosotros, por cada venezolano, y sobre todo, el darse cuenta hasta donde puede llegar la solidaridad del venezolano, la hermandad y el amor por su país, que estoy segura que jamás se perderá, al igual que nuestra sonrisa. Luego de tan espléndidas palabras le dije .- Chamo, tu eres un héroe, por favor, cuídate mucho que Venezuela te necesita, tu familia, eres un guerrero.. Entre tanta charla, se hicieron las 10:00 de la mañana, hora en la que comenzaría la concentración, el muchacho con la camisa rasgada, con su trapo en la boca y su escudo se levantó con una felicidad desbordante, se despidió de mí afectuosamente y salió corriendo a buscar a sus compañeros; en ese momento de prisa salí detrás de él y le pregunte a la distancia .- Disculpa!" ¡¿Cuál es tu nombre?!".. el se detuvo, volteó, sonrío y me gritó .- ¡¡Venezuela!!.. y se adentró entre la multitud.
Cada día que pasaba de protestas me acordaba de él, con cada muerte se me llenaban de lágrimas los ojos al acordarme de cada una de sus palabras, y estoy segura, que así como él, existen muchísimos más guerreros, con mil historias que contar, esta solo es una, que quise compartir con ustedes. Esa conversación me hizo entender, que todos somos hermanos, que sí existe gente dispuesta a ayudarte, a estar contigo en los momentos difíciles, amemos sin mirar a quién, ayudemos a los demás, porque todos, todos somos Venezuela.... Y a ti, guerrero.. gracias por compartirme tu historia, ya ha pasado más de un año desde que te conocí y aún no la olvido, espero te encuentres muy bien.