Una vez fui a un centro de adultos mayores durante el bachillerato y como dices, no es fácil, pero regresas a tu casa con el corazoncito más gordito lleno de amor por esos viejitos que quizás son como son porque se sienten solos o descuidados. Y tratar de llevarles un poquito de alegría alimenta el alma de una manera espectacular! Saludos :)
¡Tal cual! Podía llegar malhumorada pero salía feliz, con el corazón lleno de amor. Escucharlos, atenderlos, hacerlos reír, apoyarlos y demás los hace sentir apreciados y eso los ayuda muchísimo (aunque bueno ¿a quién no?). Lo loco -y que sucedía sin esperarlo- es que yo aportaba a su alegría y ellos a la mía.
Saludos y gracias por leerme.