Estos días me remontan a mi infancia y la forma como fui criada, al mismo tiempo me recuerda el respeto por cada experiencia propia y por supuesto las ajenas.
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No puedo dejar de mencionar a la Iglesia como institución quien ha tomado la batuta dentro del marco religioso de nuestras vidas, existen muchos secretos en torno a la instauración del catolicismo en el mundo, pero no es un secreto el hecho de que éstos tomaron costumbres y tradiciones ya prevalecientes en aquellos tiempos, principalmente las fiestas paganas para así poder atraer adeptos y unificar las costumbres vigentes de manera tal que se pudiese instalar la centralización del Dios que conocemos según esta iglesia.
Tampoco es un secreto que los velos están cayendo, que el cambio es inminente y por ello estamos dudando si esto en lo que he creído toda mi vida es realmente cierto, las dudas y los cuestionamientos nos invaden hasta el punto de generar polémicas con nosotros mismos y a su vez con nuestro entorno.
Por esta razón quiero dejar servida mi perspectiva, sin pasar por alto que en mi camino uno de los pasos que me trajo a lo que soy ha sido la religión católica y en su momento vibré con esta fe, hasta que los siguientes pasos me comenzaron a mostrar a Yhasua como redentor que vivió el proceso que vive el alma humana desde la Pasión (vivir dormido), Muerte (dejar morir lo que no soy reconociéndome como un alma eterna) y Resurrección (despertar y crecer en consciencia para desde mi humanidad reconocerme como Luz) y desde ahí me sentí identificada con éste gran maestro que dejó entre otros el mensaje contundente a través de su experiencia de que mi propósito como alma que habita un cuerpo humano es para experimentar lo que no soy y volver a mi verdad absoluta cuando haya concluido los aprendizajes que requiero.
Por eso, hoy por hoy habita en mi la imperiosa necesidad de estar sumergida en mi templo que es mi cuerpo ya que él es tan sagrado como la chispa de luz que le da vida que es mi alma y observar mi viacrucis como una oportunidad de crecer y por el suplicio rendirme a la verdad, para ello tengo que dejarme morir fluyendo en la verdad de que la muerte no existe más que dentro de los niveles de la consciencia y así crucificar el miedo para resucitar a la vida eterna a través del Amor.
Mi intención no es juzgar a la iglesia ni las creencias de nadie porque honro las tradiciones de mis ancestros, realmente lo que me mueve es la imperiosa necesidad de invitarlos a vivir el proceso que nos enseñó Yhasua como mejor nos vibre pero lo importante es que sea adentro de nosotros y que abarquemos sus enseñanzas con nuestro ejemplo y que no importa cuán pesada sea la carga, tantas veces caigamos volvamos a levantarnos hasta que lleguemos a la cima y si sentimos que no hay fuerzas para avanzar pidamos asistencia que las inteligencias divinas están siempre para apoyar nuestro camino desde la nobleza de nuestra intención.
Amo a Yhasua desde la profundidad de mi Ser y para mí él existe en mi interior y en mi consciencia habitando la certeza de que estoy hecha de la misma sustancia de la que fue creado él y por lo tanto puedo hacer y vivir como él lo hizo.
Semana Santa es un recordatorio para honrar el proceso del alma yendo adentro y recogernos a la introspección de nuestros actos y comprometernos a ser coherentes entre lo que pensamos, decimos y sentimos.
Yhasua no instauro religiones trajo un mensaje imponente y es el AMOR por sobre todas las cosas.
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