Foto por: Lenys Carolina Martínez Noguera
Hoy 13 de diciembre de 2018 viví una experiencia bastante desagradable, aunque breve, pero desagradable.
Me encontraba en el edificio donde laboro y aproximadamente a las 9:30 am bajé al 3er piso a buscar una información (yo trabajo en el piso 7). Justo cuando salía del 3, coincido con una compañera en el área de los ascensores junto con otra colega, quienes se iban a dirigir a planta baja a retirar unos equipos necesarios para una labor que estaban realizando en ese instante. Yo debía regresar al 7, pero decidí bajar con ellas y marcar mi piso de regreso.
Nos montamos en el ascensor, marcamos PB y cerró sus puertas, posteriormente hizo un ruido extraño y en la pantalla digital marcaba 6F de manera titilante. Cuando vi eso dije: “hay una falla en el ascensor y creo que nos quedamos encerradas”, aún así mantuve la calma. Las otras dos compañeras se quedaron calladas y asustadas igual que yo. Una de ellas marcó el piso 3 a ver si había manera de que nos regresara al piso inicial (para bajarnos corriendo). Pero no. El ascensor abrió sus puertas y vimos fue una pared y guayas. Enseguida el ascensor imprimió una velocidad increíble y empezó a subir (cuando yo pensé que estaba bajando) hasta que se estrelló contra el último piso. Las muchachas y yo, por instinto, decidimos agacharnos.
Cuando el ascensor llegó hasta arriba y chocó de manera violenta con su techo, producto del impacto, se desprendieron las lámparas y rejillas de metal del aparato en cuestión y nos cayeron encima, provocándonos unos leves rasguños. Al saber que el elevador ya había detenido su ascenso de manera violenta, quisimos llamar a alguno de los compañeros. Sin embargo el estruendo fue de tal manera que escuchamos algunas voces que preguntaban si había gente dentro. ¡Gracias a Dios! y en efecto, estaba uno de nuestros compañeros, quien se encontraba junto a uno de los técnicos de los ascensores y en ese instante estaban arriba para tomar la decisión de parar el ascensor porque éste tenía ciertas fallas que ameritaban su interrupción. Y segundos antes ocurrió este incidente con nosotras.
De inmediato nos sacaron. Los nervios salieron a relucir: temblores en las piernas. Cuando vi que salimos en el piso PH fue cuando caí en cuenta que el ascensor había subido (de una forma extremadamente violenta).
Cuando llegamos a nuestros respectivos pisos ya todos estaban preocupados y alertas por nuestra integridad. Nos contaron que el estruendo que escucharon fue de tal manera que hasta el piso se estremeció.
Enseguida subió una compañera de otra oficina y pidió que fuésemos con ella hasta la sede del Seguro Social que está a media cuadra para que algún médico de guardia nos examinara. ¡Habíamos tenido un accidente laboral! Al principio dije que no era necesario, pues los rasguños iban a ceder rapidito. Sin embargo, accedí y las otras dos compañeras también. Entendí que por muy sencillo que pueda ser un incidente, nunca está de más un chequeo médico.
Nos encontraron bien. Nos revisaron exhaustivamente para así corroborar que los sentidos, músculos y articulaciones estuviesen en su lugar. A mí me limpiaron los rasguños con gerdex y me mandaron un analgésico por si en el transcurso del día llegaban a aparecer dolores en el brazo y/o cabeza. A mis otras dos compañeras les recetaron un analgésico diferente porque si presentaron algo así como un “latigazo cervical”.
Las tres comentábamos entre risas y asombro lo que había sucedido… ¡en fracciones de segundos!, pudo haber sido fatal, pero gracias a Dios no pasó de un susto.
Y como siempre de todo lo malo se debe sacar algo bueno, me conmovió mucho la solidaridad y preocupación de los compañeros de trabajo en saber si me encontraba bien. También de esta nefasta experiencia aprendí una lección, ¿Cuál?, no usar más ese fulano ascensor así le pongan herramientas con súper mega seguridad. Ni que tengan las paredes y el techo acolchado. ¡No!
Despido este día solamente dando las gracias a Dios, por darme la salud, por permitirme salir airosa de este incidente y seguir adelante. También a mi papá y a mi abuela porque sentí que me protegieron.
Por: Lenys Carolina
¡Muchas gracias por el apoyo!
Tremendo susto @lenyscarolina... Volviste a nacer.
Así es, @rosenderevies. Un susto muy grande.
Dios te protegió mi amiga