¡Cuánta alegría me proporciona que se rinda este homenaje a tan destacado y talentoso artista Salvador González!

Lo conocí en mi pueblo natal Las Mercedes del Llano, y fue muy buen amigo de mi hermano mayor "Curpe" que lo acompañó muchas veces en fiestas porque "Curpe" era arpista. Yo no pude participar en esas fiestas porque estaba muy muchacho, pero sí cuando contaba unos 19 años.

Él tenía un Maverick rojo, y siempre cargaba un cuatro que los parrnderos hacían que lo sacara los fines de semana en un negocio que quedaba cerca de la familia Saldivia.

Fue un deleite y hasta privilegio que disfruté unas 3 veces, pero la música no estaba en ese tiempo en mi vida como base, sino ya cercano a los 30.

Esa voz afinada, melódica y adornada de bellos falsetes a veces era una sensación y agrado para el oído.

Mi hermano también cantaba y componía, y llegó a grabar un long play con Joseíto Romero.

Esta referencia me removió la nostalgia profundamente.

Cuando Salvador veía a una mujer hermosa, cantaba "la miro que pasa con su vaivén".

Adelante.