Creo que todos somos conscientes de que la mayoría de las cosas, las relaciones, y la vida propia tienen fecha de caducidad, y aunque seamos incapaces de saber exactamente cuando terminarán, sabemos que en algún momento pasará, porque seres mortales como nosotros no pueden poseer nada que sea para siempre ¿o sí?
Recuerdo que cuando le conocí no me pareció para nada especial, de hecho, me tomo tiempo notar su presencia y más aún darme cuenta de que aquel muchacho sería algo especial en mi vida en algún momento, yo estaba demasiado ocupada con mis problemas y mis asuntos como para darle atención a alguien que resaltaba tan poco, pero la vida nos sorprende en muchas ocasiones, y nos enseña que rara vez encontramos lo que buscábamos donde esperábamos, casi siempre nos sale con una retorcida manera de darnos lo que buscamos pero el medio más inesperado, de la manera más inaudita, por eso amo a la vida en sí, porque por más que intenté descifrar lo que me tenía deparado el destino, siempre terminaba herrando, al menos en la forma en la que llegarían las cosas a mí.
Hoy me encuentro ante una gran encrucijada, tengo la opción de llorar hasta quedarme seca de lágrimas, de maldecir a mi destino el cual de manera cruel me dio lo que tanto anhelaba solo para quitármelo un poco después, cuando por fin creía que la búsqueda había terminado, cuando por fin comenzaba a sentir calma en el corazón, cuando por fin había encontrado alguien con quien no me habría disgustado formar una familia, aunque siempre dije que no quería hijos, él me hizo ver que no era verdad, la verdad era que no quería tener hijos de cualquiera, pero también me enseño que del hombre adecuado me encantaría en realidad.
Tengo esa opción de llorar en el rincón más oscuro de mi cuarto, maldecir al mundo entero e intentar odiarle a él, tratar de convencerme de que todo fue una mentira, y que solo quiso jugar conmigo por un tiempo, o también puedo aceptar que a pesar de todo valió la pena, porque en esta aventura descubrí que el amor verdadero es algo que realmente existe, porque pude aprender más de mí y de lo que realmente quiero, porque me di cuenta de que no soy inmune a actuar como toda una estúpida a causa del amor, aprendí que el tiempo es relativo y que pasa más rápido o más lento dependiendo de con quien estas. Aprendí que la felicidad no es la meta si no el camino, aprendí que se puede estar agradecida con el destino a pesar de un adiós, porque si bien es cierto que ahora me será más difícil posar mi mirada en alguien, y que el hueco que ese hombre dejo será mucho más difícil de llenar que las expectativas que ya tenía antes las cuales de por si ya eran altas, pero a pesar de todo eso nunca podría decir que hubiera preferido no haberle conocido, a pesar de que lo perdí me dio gusto coincidir con él, por eso he decidido dar las gracias por haber tenido la oportunidad de conocerle, porque en realidad a pesar de haberse ido fue un gusto coincidir con él.
Nuestra historia fue corta, pero la más hermosa que he vivido, y es por eso que estoy segura de que el será la historia corta que leeré un millón de veces, y aunque de mis ojos una lagrima fugitiva se deje ver no cambiaré mi postura ni mi forma de pensar, porque soy de las que piensa que “si te hizo feliz, no fue un error”.