Recuerdo un momento en particular de mi niñez que me produce mucha nostalgia.
Tengo que ser más precisa, no se trata de un solo momento, sino de uno que se repetía una vez a la semana, y que se repitió hasta que la otra persona involucrada en él no pudo continuar repitiéndolo.
Todos los sábados cuando era una niña no mayor de 6 años, iba junto a mi abuelo a comprar mi desayuno: un par de papas de yuca frita a las que mi abuelo me hizo llamar por costumbre “papitas”.
A pesar de mi dificultad para recordar eventos de mi niñez, guardo este recuerdo con especial cariño, no se la razón exacta, pienso que quizás se deba a que mi abuelo no vivió mucho más allá de mi niñez y que su presencia fue parte fundamental de esta misma. Podría incluso decir que mi abuelo fue mi niñez y que lo demás fue cuento.
Cada sábado por la mañana yo despertaba como toda niña: a las 6:00 a.m. Entonces, saltaba de mi cama y corría escaleras abajo hasta el cuarto de mi abuelo. Antes de alcanzar la puerta de su cuarto escuchaba a mi madre diciéndome algo que para mí era incomprensible entonces, actualmente supongo que decía algo así como: “¡Katerin no vayas a despertar a tu abuelo tan temprano!”.
Pero yo era una niña y las niñas tienen derecho a despertar a sus abuelos los sábados en la mañana para ir a buscar el sagrado desayuno.
Mi abuelo tenía una gran joroba en su espalda que nunca me pareció extraña, era mi abuelo después de todo, para mí él era el anciano más lindo que podía existir. Y lo era.
Cuando finalmente llegaba la hora en la que el puesto de desayunos abría, mi abuelo se preparaba para salir, y yo corría para darle su toque final: una infaltable boina. El nunca salía de la casa sin ella. Y así, boina en la cabeza y con mi mano en su mano, salíamos los dos juntos de la casa rumbo a la calle que por una cuadra llanera me separaba de mi preciado desayuno sabatino.
No recuerdo si mi abuelo y yo hablamos en esas caminatas, seguro que yo, como buena parlanchina que siempre he sido, no dejaba de comentar esto y aquello, pero sinceramente no lo recuerdo, y si mi abuelo decía algo, tampoco lo recuerdo. Él era un hombre muy callado, al menos estando conmigo lo era. Lo que si recuerdo es la sensación de la mano de mi abuelo junto a la mía, su tacto suave y rugoso, su agarre ligero, su andar paciente, creo que en aquél entonces esa persona tan lejana a mí en edad y experiencia era mi persona favorita en el mundo. Creo que lo sigue siendo.
Una señora, anciana como mi abuelo, bueno, quizás no tanto como él, era la que atendía el puesto de fritanga. Ella nos saludaba con un afable “Hola sr. Eladio, ¿Cómo está?”, y seguido de esto venía el “¿Dos papas para llevar?”. Si se lo están preguntando, en efecto, mi abuelo se llamaba Eladio, y así se llama mi padre. Pienso a veces que si yo hubiese nacido hombre, probablemente me llamaría Eladio también. Curioso esto de los nombres entre generaciones. Me he puesto a divagar, volvamos a la historia.
Eran dos papas para llevar y una malta, siempre eso. Si mi abuelo compraba algo para él, o para alguien más en la casa, no lo recuerdo. Después de todo es mi recuerdo de mi abuelo y mío, no había cabida en mi mundo para nada más que eso.
Probablemente sigue siendo así.
Linda historia. Puedo identificarme con muchas cosas que has escrito. Mi abuelo fue y aún después de, es mi mejor amigo.
Muuuuuuuuuchas gracias por comentar :)
Me alegra que te sientas identificado.
HEEEY, Kate que linda historia... la verdad hay esas personas que aun con tu corta edad recuerdas con tanto cariño, me encanto y tu foto del final es muyy linda jajajajaja upvote y resteem.
Demasiada hermosura en esa foto plis jajaja
Gracias por leer y comentar siempre Luis :)
Qué hermoso recuerdo!
Eso va a hacer que tu abuelo Eladio te acompañe en tus pensamientos, el resto de tu vida!
Saludos!
De verdad que sí, mi abuelo será una parte importante de mi vida que nunca olvidaré.
!Que hermoso relato! Concuerdo contigo. Mi niñez es mi etapa favorita en la vida, aún recuerdo el como mi abuelo se quedaba dormido en el puesto de frutas secas en el cual trabajaba junto a mi padre y él; Tenía que pedirle el vuelto para los clientes y él con un sobre salto se despertaba y me preguntaba más dormido que despierto: ¿Cuanto? Jajaja. Grandes recuerdos. Saludos
No sé si será la etapa favorita de mi vida pero sinceramente la recuerdo con cariño.
Gracias por compartir una anecdota conmigo :)
¡Qué recuerdos de verdad!
Un post muy hermoso y emotivo @kat.reyes, para mí era un gran orgullo cada vez que salía con mi papá ya anciano y también llamado Eladio.
Los abuelos guardan un cúmulo de vivencias que muy pocos llegan a aprovechar.
Si tuviera un hijo igual le llamara Eladio.
Graciassss y que casualidad lo del nombre ¡WOW!
Mi padre también se llama Eladio :)
Que hermoso todo eso que Dijiste. Yo no comparto muchos recuerdos con mis Abuelos ya que casi no los vi durante mi infancia, Pero si Tengo muchos que son bastante gratos.
Yo solamente tengo recuerdos especiales con este abuelo que murió cuando yo todavía era muy niña, y me alegra poder compartir este único y particular recuerdo :)
¡Gracias por comentar!
Que buenos recuerdos, increíblemente yo tampoco lo olvido. Me encantaría tener mas recuerdos sobre él, pero estoy segura que fue el mejor abuelo de todos!!!
muy buena historia