Era un punto rojo, apenas lo podía divisar desde lejos... conforme me iba acercando se convertía en muchos puntos rojos. De pronto un sobre de correo se alzó como un muro sobre mi. Acto seguido, pude ver como una sombra me cubría por completo, que al darme media vuelta pude ver que se trataba de un pájaro azul con un punto rojo en la cabeza.
Parecía realmente dispuesto a atacar al sobre. Pero aún no se había librado la batalla cuando sentí que el piso se movía y era una... ¿Notificación? Decía algo como "Génesis le ha dado me gusta a tu foto más reciente". Me comencé a sentir algo mareada, como enferma. De pronto me puse verde y del verde pasé al sepia, del sepia al valencia, del valencia al blanco y negro y justo cuando iba a gritar alguien quitó el sonido de mi voz. Al parecer jugaban con los filtros de Instagram.
Desperté muy agitada, todo había sido un sueño. Al parecer las redes han hecho su trabajo absorbiendo toda nuestra atención con esos grandiosos puntitos rojos que representan las notificaciones. A ver, ¿Eres de los que dejan los puntitos subir de cantidad como la espuma sin siquiera abrirlos o eres de aquellos que no pueden ver la bandeja llena de notificaciones por te genera ansiedad?
Si eres del segundo grupo, la industria tecnológica ha hecho un gran trabajo contigo. Mientras algunos escépticos de la tecnología discutían si verdaderamente estábamos estableciendo relaciones insalubres con nuestro móviles, el brillante inventor del like de Facebook, ya creaba ese pulgar arriba con lo que el llamó "un ding brillante de placer".
Resulta que este ding brillante de placer ha consumido muchas vidas, que a diario suben algo esperando ese feedback que reafirme la sensación de tener el control de nuestras vidas y no solo eso, sino la de ser aceptados. Pero, la culpa es enteramente de los consumidores o es de las mentes que modifican y construyen el diseño en las redes sociales?
Los que hasta la fecha han sido considerados grandes creadores no son más que reformistas, pues están constantemente cambiando las reglas del juego para impulsar el consumismo, placentero para algunos y tortuoso para otros. El hecho es que estos reformistas han traído a colación el punto rojo, esa cosa que va en alguna esquina del ícono de cada aplicación y llena tu interfaz móvil.
Está diseñado para alertar sobre alguna actualización, algún mensaje sin leer, nuevas actividades, anuncios, problemas no resueltos. Estos puntos que cada vez son más utilizados, son definitivamente el accesorio que convierte en culpables a los diseñadores, de hacernos tan adictos a las aplicaciones.
Al parecer estos puntos llegaron a llevarnos precisamente a ninguna parte. De seguro ya te ha pasado que una notificación de Instagram te lleve a una publicación de alguien que no lo habías visto en mucho tiempo, que a su vez te notifica que te dejó algo en Facebook y cuando revisas es la respuesta de alguien a un post de una persona que no tienes idea de quién es. En fin, estamos sumergidos en una serie de notificaciones que cumplen perfectamente su papel de mantenernos atados a las redes sociales.
Podría sonar todo esto un poco psicodélico, pero lo realmente fascinante es la nueva adicción de las notificaciones, que incluso una página web que visitas buscando información de cualquier índole despliega de inmediato chats, y al menos 5 intentos de que te suscribas a su mail y hables con el CEO para explicar lo que buscas. Confieso que en momentos he querido preguntarles cosas a esos chatbots tipo, ¿Quién es Juana la Cubana y porque no se llama Banana? ustedes saben, preguntas profundas.
Resulta que lo que hoy parece una moda, inició hace 20 años cuando el sistema operativo de Mac impulsó por primera vez el uso de estos necios puntos rojos con numeritos, que representaba los mensajes no leídos. Hoy en día algunos lo han sustituido por globitos azules, pero el número no deja de estar allí, vigilante, alerta, pendiente de hacerte perder el tiempo.
las empresas, ahora más que nunca saben que tienen un problema con los puntos, luego de una demanda que enfrentó Apple al perseguir a varios de sus usuarios para suscribir su tarjeta Paypal a través de una notificación que parecía de cualquier otra cosa importante, en lugar de simplemente decir que iban a ser molestados hasta registrarse.
Lo cierto, es que los más escépticos de la tecnología seguirían odiando las aplicaciones y sus usos mientras existan estas alertas, a veces tan invasivas y muy bien diseñadas para mantenerte revisando la pantalla mucho más seguido de lo que a veces se quisiera de forma consciente.
Solo dejaré esta pregunta flotando, ¿Cuántas veces al día revisas tu móvil, tablet, laptop, redes y medios de contacto?
Hasta otra y que los puntos rojos no te persigan en sueños.
Vaya que esos puntos rojos se han convertido en pesadas cadenas, que sin darnos cuenta ya nos atan a voluntad a nuestro teléfono móvil, del cual estamos más pendiente que de otra cosa. Buen post @karirivas.
Saludos. :)
Es un dilema, si es verdad, yo he intentado de mil veces frenar la avalancha de todo(mails, actualizaciones, comentarios...) pero al final, como no puedo vencer al enemigo(es mi debilidad) me he aliado con él, y con el smartphone hago el "trabajo sucio" dejando el laptop para lo que realmente me gusta.(Por no decir que con un chromecast he descargado el ordenador de esa tediosa tarea de series o películas, pero eso, ya es otra historia)
Es realmente así, yo he usado el smartphone de igual manera, lo interesante es el tiempo que consumimos a diario para llevar esas notificaciones a cero. Ese es el gran dilema de nosotros los consumidores, pero es el gran acierto de quienes diseñaron las aplicaciones.
Sabes que? Me hiciste pensar, la verdad,puede que lo use para llenar vacíos, la inmensa llanura de no hacer nada, me aterra.