No fue ante los cuernos del toro
que la adrenalina inundó mi cuerpo,
fue ante tu voz que exclamó:
olé torero
Ni los vítores o las orejas
del noble animal fueron mejor premio
que tus ojos de mar turquesa que decían:
olé torero.
Mi corazón banderilleado explotó
y olvidándose de castas imaginó
tiernas palabras que al oído me susurrabas:
olé torero.
Quiero que al terminar la tarde,
la lidia se transporte a tu cama
y muriendo en tus brazos me digas:
olé torero.
Hola @josep1956 lindo poema¡