La muerte... (Cuento ficticio)

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La muerte que siempre ha estado condenada a la soledad y a la eternidad, se enamoró
.
Fue un día de enero cuando por primera vez, su trabajo incumplió.

Tenía que ser un accidente fatal, en esa carretera donde muchos por imprudentes se suelen matar.

Ella ya está acostumbrada a pasar constantemente por ese lugar, y ese día tenía que ser igual, y digo tenía porque ni siquiera imaginaba que ahí, a él lo iba a encontrar.

Cuando el auto dio la primer vuelta, él pensó que su vida salía por la puerta, pero justo estaba por acabar la segunda cuando sus miradas se encontraron y ese milisegundo pareció una eternidad.

La muerte, de esos ojos verdes y horrorizados quedó impregnada.
Él sin embargo, sintió que dio una vuelta más pero después de observar esa oscuridad, esa profundidad... ya no sintió miedo, jamás.

Los cuatro que iban en el auto salieron ilesos, la muerte sólo a él lo miraba desde lejos y por primera vez en todo su tiempo, quiso no ser sólo huesos.

Desconoce ese sentimiento de intranquilidad, no entiende lo que le pasa, su mente ahora siempre está ocupada recordando esa mirada.
Él... que siga vivo no lo puede creer, y sólo recuerda cómo en un sueño se perdió en los ojos profundos y negros de una hermosa mujer.

Sí, una hermosa mujer es como él miró a la muerte frente a ese atardecer... no sabe quién es en realidad ella, y cuando cuenta su historia la describe como un ángel, como una muñeca preciosa y perfecta.

La muerte que siempre está al pendiente, le gusta como él la describe y suspira... y tontamente sonríe, ya que, en su pecho irónicamente algunas mariposas viven.

La muerte no lo quiere perder, sabe que si él muere ya no lo volverá a ver... así que, vaya dilema para ésta pobre mujer.

Él no la puede olvidar, y a veces desea con todas sus fuerzas volver a ese momento y de nuevo mirar... a ese ángel que con esa mirada profunda y negra, lo ha llegado a enloquecer.

Por las noches cuando él duerme y ella se toma un descanso de su mala suerte... se acerca a su cama, le besa y le susurra al oído cuánto le ama; él que la encuentra en sus sueños sonríe al escucharla y mirarla de nuevo y le dice:

-Ángel mío, llévame contigo...

Pobre muerte, que después de tantos siglos ahora siente, y le duele. Pobre muerte, no tiene lagrimales y sin llanto no puede desahogarse.

Pobre muerte, se enamoró y ahora es ella la que siente que se muere...

BUENO AQUI OTRA HISTORIA QUE ENCONTRE POR INTERNET, PERO NO PUDE ENCONTRAR AL AUTOR!