PARA CAMBIAR EL MUNDO.

Me he sentado en la vieja silla de siempre, con la intención de dejar libres mis pensamientos una vez más. Tomo el bolígrafo, pongo mis manos sobre el ansiado escritorio; cierro mis ojos para hacerme una introspección. Estoy en la habitación donde me enclaustro con el fin de escribir, de huir; para ser y no ser. Escucho los pasos de alguien que se acerca. De nuevo es un pequeñín, como de siete años; el cual sin preguntar si puede o no entrar, solo entra.

―Escuché que me llamabas―dijo.
―En ningún momento―respondí, con el ceño un poco fruncido.
―Veo que vas a escribir. ¿Puedo?
―No. Esta vez no, siempre te he dejado hacerlo, pero hoy no. Crees que todo es un juego y para mí es serio.
― Que sea la última vez… ¿sí?―Me dijo con su tierna vocecita.

Lo miré y en sus ojos había un mar profundo, pero hialino. Se podían ver los temores en forma de tiburones rosa, los esperanzas cual delfines verde-azulados, los ilusiones nadaban con formas de peces multicolores. En las partes más oscuras de esos ojos miles de estrellas refulgían. Me perdí unos minutos y creo que me hipnotizó. Porque sin mediar palabra alguna, le entregué mi preciado instrumento y le cedí mi trono.

Se sentó y ahora era yo quien estaba de pie, me dirigí a la ventana de donde suelo divisar tantos amaneceres, atardeceres; ocasos y penumbras, para ver pasar algunos minutos.
Después miré al pequeño y pude ver que estaba inmerso en su mundo; tarareando una canción infantil, como jugando. Sacaba la lengua paseándola por sus labios.

― ¿Qué escribes?― Pregunté.
―Algo…― contestó ―Quiero cambiar tu mundo. No me gusta.
― ¿Y crees que el mundo prestará atención a un simple niño?

Encogió los hombros, miró hacia el piso; he hizo una mueca de duda, pero siguió escribiendo.
Que ilusos son los niños, pensé y por un momento puse pausa a mí hablar, más no a mis pensamientos. Cuando ya algunos minutos se habían desvanecido en mi reloj, creí pertinente hacer aterrizar en la pista de la realidad a semejante soñador y despausé mi proferir…

―El mundo está carcomido por el egoísmo, somos el lobo contra el lobo. La perentoriedad, nos hace carros sin frenos, descendiendo en una cuesta inclinada de 75 grados, que quieren llegar de primeros para pretender ser mejores que otros. No importa a cuantos dejemos en el camino, arrollados y gimiendo. El ego y el prejuicio mandan cual tiranos, no desean compartir el trono con ningún noble sentimiento. ¿Lo has sopesado?

― No entendí nada, si hablabas conmigo― me dijo ― tu sí que hablas raro. Solo déjame terminar, ya casi.

Más tonto soy yo, que creo que este nesciente podrá entender el mundo― pensé― y un afán se mezcló con mis dedos y con mi respirar.

―Ya terminé―dijo con una sonrisa y se levantó como un rayo― pero siéntate y lee en voz alta para que te escuches.
Lo primero que leí fue: “parese” sin p mayúscula y con s en lugar de c. La verdad, pasó por mi mente inventar alguna excusa para no proseguir, pero continúe.
“parese que as canviado mucho las cosas malas que biviste te an echo daño
te ciento tan eztresado y te veo tan serio que me das miedo
por eso no queria ser adulto
defiendes tu manera de ser y penzar por que as aprendido mucho
yo medio se leer y escribir y con tu palabreria fasilmente me arias cayar como ases con otros
me entristese tu mundo y es verda no lo puedo canviar
soi tan pequeñito como un grano de arena junto al mar
y como tanpoco te puedo cambiar
te inbito a que canvies tu y asi canviara tu mundo
atentamente Tu pero de niño”.

Cuando miré a mi lado el niño ya no estaba, solo una figura hecha de recuerdos y tras levantarme, consideré mi rostro en el espejo. Sentí una pequeña risita y me reí con ella. Al mirar el reflejo de mis ojos vi un mar profundo, pero diáfano. Me senté en mi trono y el océano que había en mi alma y en mis ojos se desbordó sobre el cosmos en blanco, en pequeñas y trepidantes gotas. Tome el esfero y escribí…Los delfines se hicieron letras, los peces se transformaron en oraciones y los tiburones rosa nadaron entre los párrafos, sin embargo; las estrellas siguieron brillando en la parte más oscura de mis ojos… Así puedo cambiar en algo mi mundo.

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