Yo predico la felicidad interna para llenar los corazones vacíos de la sociedad. En el pasado leyendo este artículo me hubiese llenado de odio e indignación; y aunque en efecto, eso es lo que produce toda la situación, la desgracia de un ser individual para llenar sus bolsillos de muerte (porque eso representa el bolsillo de nuestros mal llamados gobernantes), la clásica "viveza criolla" de muchos seres que no se dan cuenta (y es que enserio algunos no se dan cuenta) de la desgracia que causan sus actitudes de pobreza mental, y la infinidad de factores que desnutren nuestra nación. Sin embargo, el exterior también está lleno de odio, de desconfianza, de rencor, y son estos tiempos consumidos en la vida acelerada que impusieron unos pocos lo que nubló nuestro veredicto y nos llevó a una vida vacía; una vida donde desaparece la poesía, los buenos tratos y las sonrisas (incluso esto último se toma como una muestra de ingenuidad y nos aterra ser presos del veredicto prejuicioso de otras personas). Citaré la cita que una vez me dejaste del buen Bukowski:
"El alma libre es rara, pero las identificas cuando la ves: básicamente porque te sientes a gusto, muy a gusto, cuando estás con ellas o cerca de ellas."
Ese es nuestra solución: Hacer más arte, entendiendo el arte como hasta el más leve suspiro de alegría en los corazones ajenos. Ser seres pensantes, astutos y espontáneos, y contagiar todas esas energías a nuestra decadente sociedad.
Tal vez no tiene mucho o es un comentario a medias con respecto a este post pero... ¡Que el amor sea nuestra rebeldía! xD.
Sin embargo, siempre he dicho también, que el odio mal fundamentado es un odio innecesario. Si el odio va a ser utilizado como algo útil que sea condensado en un sentimiento revolucionario y que las ideas no se queden sólo en palabras sino en acciones.
Muy buen artículo, Rubén; clásico de ti. Te envío un abrazo.