Navegando por el impresionante río Madre de Dios (2) y Felipe, que vive solo en la selva desde el año 2000

Madre de Dios!!, que gozada vivir la experiencia del río Madre de Dios.
Poco a poco, las aguas se fueron volviendo movidas, mas inquietas, y notabas bajo tus pies la brutal fuerza de esa masa de agua que se dirige, desde siempre, a engrosar al río principal que es el Amazonas.
Este río, con una longitud aproximada de 1150 Km., atraviesa Perú y Bolivia, y ejerce la función de drenar el lado oriental de la cadena oriental de los Andes del Sur y del Centro.
Un río afluente de 1150 Km... Una brutalidad.
Bien, seguimos río arriba y, como ya hemos comentado, cada vez con las aguas mas movidas...

Hicimos una segunda parada. Y resulto muy interesante y provechosa.
Resulta que, de pronto, junto a la orilla vimos la diminuta figura de un hombre que manipulaba algo en el agua. Era la primera persona que veíamos desde que habíamos iniciado el viaje. Estábamos en plena selva, lejos de cualquier lugar habitado. Sentimos curiosidad. Le localizamos y nos invito a visitar su "casa".
Me llamo Felipe, nos dijo muy amablemente, y vivo aquí, solo, en la selva desde el año 2000.
Hablamos largamente con Felipe, una persona muy amable, ágil como una liebre (a pesar de disponer solo de un ojo hábil) y muy atento a todo lo que pasaba a su alrededor, cualidad esta que es necesaria para sobrevivir en ese hábitat. Felipe, era evidente, que no estaba cultivado culturalmente, pero emanaba humanidad por todo su cuerpo. Y, sobretodo, demostró que tenia un sentido de la supervivencia extraordinario y una valentía que nos superaba a todos.
Encontrarse cara a cara con los nativos "no contactados" (indígenas que nunca han tenido contacto con el mundo actual), nos contó, te acojonas de todas todas, por que normalmente te matan y punto. No les ves, ellos a ti si, te disparan una flecha y se acabo tu vida. Pense que me matarían, dijo, pero solo se llevaron comida, que yo les ofrecí humildemente, y un machete.
Hasta tres veces le han visitado los no contactados. Y los tigres, también han aparecido por su casa.
Nosotros que nos deleitábamos comentando que interesante seria encontrarse con los nativos, demostrábamos ser unos ignorantes, por que encontrárselos de cara significaba que todo podía acabar muy mal para nosotros. Y pudimos habernos encontrado. La mayoría de las tribus se sabe que son nómadas. Se mueven por su mundo, la selva amazónica.

No son agresivos, nos dijo Felipe, simplemente se defienden de lo que consideran un peligro para su supervivencia. Ellos y sus antepasados han vivido en la selva siempre, nosotros somos los intrusos.

Curiosa la camiseta que llevaba Felipe, con el escudo exactamente igual que el del Barça, pero con otro nombre.

Cuando pensamos en Felipe, ahora, desde nuestra civilización, nos preguntamos que debe estar haciendo, allá, en medio de la selva, ¿estará bien? No lo sabremos nunca. No podemos escribirle, ni llamarle, solo desearle, desde aquí, que este bien.
Veamos un poco de la charla que mantuvimos con Felipe, el hombre de la selva...

Después volvimos a la barca y proseguimos viaje río arriba. Ahora si que las aguas estaban movidas. El río se manifestaba enfurecido.

Y valió la pena, por que nuestros ojos se maravillaron con lo que nos esperaba...

"El Viajero"