Pedro Páramo y su hachazo ideológico

in #spanish6 years ago

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El texto literario responde a una serie de características que lo construyen semánticamente desde su exterioridad. La “Literatura” se llega a entender como un cumulo de referencias semánticas donde cada texto se ve inmerso en busca de significado. Este cumulo está repleto de aspectos que responden a un contexto, a una realidad y a una historicidad donde el texto rondará para encontrar un espacio como significante de dicha realidad.
Julio Calvino Iglesias (1985) habla en su apartado sobre Pedro Páramo y la ideología: “el texto se legitima por el hecho de ser producido en cuanto práctica significante translingüística y objeto de conocimiento” (p.355). El texto se ve como un pilar repleto de significantes aleatorios que buscan cabida dentro de un espacio de significación que vendría a ser la primera y última escala de legitimación del texto, porque es necesario partir de los referentes a los cuales se remite un texto para tomar participación critica en él y con el transcurrir de los años, con las incesantes reproducciones de ese texto, con la búsqueda arqueológica de aristas entre el vocabulario, también será necesario recurrir a los mismos significantes dentro del texto que poseerán distintos significados dependiendo del contexto temporal donde es leído. Cada texto literario responderá a esta serie de aspectos semánticos que permitirán la legitimación y transcendencia del mismo texto.
Pedro Páramo es la obra póstuma de Juan Rulfo, un escritor que necesitó de un libro de cuentos y una novela corta para desestructurar e irrumpir en las construcciones imaginativas del individuo mexicano. La novela es una irrupción en la serie de mitemas que han construido el imaginario colectivo del individuo mexicano, de aquellas características que se presentan, discursivamente, como innatas e intrínsecas de todo ser mexicano creando en una sociedad imposibilitada un resentimiento creciente por ser el que no pudo ser.
Para Louis Althusser (1974) la ideología vendría a ser “el sistema de ideas, de representaciones, que domina el espíritu de un hombre o de un grupo social” (pag.47). Es decir, terminan confluyendo como un todo en las relaciones y construcciones que va realizando el individuo y su entorno social.
El hombre necesita de elementos claves y determinados que le dan sensación de absoluto; que son irrebatibles, indiscutibles, intrínsecos y ontológicos en él. El miedo a lo desconocido, a lo que posee aristas en su superficie, a lo que no tiene consideraciones cabales y concretas produce en el individuo la necesidad de aferrarse a lo seguro, a lo absoluto, a lo que nunca será movido y que, ante sus ojos, es natural. Pero todo lo seguro en la vida del hombre puede volverse polvo y ceniza, deshacerse ante sus ojos, quemarse en sus propias manos y esto fue lo que sintió Rulfo con la sociedad mexicana. Los elementos que se veían como naturales dentro del imaginario cultural mexicano están en la novela desgarrados; el autor los toma, los utiliza, los desencaja, muestra las costuras de un mito incumplido y se encarga de mostrar sus sesos sobre la mesa del texto.
Porque el mexicano crece y se realiza como individuo ante una imposibilidad que, indudablemente, en los albures de su existencia quedará como una quemadura de resentimiento hacia el mismo y hacia su entorno que conseguirá profundidad en su piel mientras más conciencia posea. Octavio Paz (1978) dice “Todas estas expresiones revelan que el mexicano considera la vida como una lucha” (pag.28); es un individuo que se hace desde la adversidad; no crea una imagen poderosa de la victoria constante, del poderío de aquel que nunca ha perdido, sino que le inyecta fuerza a aquel que se resarce de los golpes, que se levanta del suelo árido y responde a la adversidad.
El viaje del héroe en la novela cambia en relación con la construcción cabal del mito, porque es un viaje inconcluso, que no va a escalando mediante avanza la narración, sino que se ve estancando en un solo espacio físico que se encuentra paralelo, a la orilla, del cambiante espacio temporal. No ocurre un avance narrativo, sino una confluencia, una dinamización de la lógica tiempo-espacio, trayendo relatos del pasado como pequeños susurros, partiendo de un presente para terminar en un relato futuro. La lógica funcional de la realidad en la novela se desestructura desde su forma hasta su fondo, porque no hay linealidad narrativa, ni existe coherencia temporal, es un relato desestructurado donde los diálogos confluyen unos a otros aleatoriamente y no en forma lineal ni vectorial. Entonces, el viaje es inconcluso haciendo de Juan Preciado un héroe resentido, incompleto, que no posee realización y se deja caer en la coyuntura de lo ya roto.
Las relaciones maniqueas como vida/muerte, realidad/irrealidad, ilusión/desilusión, pasividad/violencia, continuidad/discontinuidad, se ven desestructuradas en el relato. No hay una separación entre estos elementos naturalmente dispares, no se representan cada uno en planos distintos, sino que confluyen en un mismo espacio físico-temporal. Comala es un pueblo donde los vivos y muertos conviven, donde el susurro del llanto moribundo quedan deambulante entre las calles, donde la vida y la muerte son parte de un mismo espacio y dialogan una a la otra.
El personaje de Pedro Páramo representa el reflejo de todos y cada uno, está repleto de paralelismos porque representa la figura de poder en la cual todos se ven reflejados y, consecuentemente, pasmados hasta que ocurre el parricidio. La novela comienza con Juan Preciado es busca de su padre Pedro Páramo y termina con el asesinato de este por manos de otro de sus hijos; Abundio. Entonces, podríamos considerar la figura de Pedro Páramo y su transcurso en la novela como el desmoronamiento del pilar del cual nacen todos los significados de la novela y al cual todos los personajes responden y se reflejan. Es la representación de la ideología en el texto y en la sociedad mexicana como edificadora de una serie de códigos culturales y sociales que son, meramente, un mito imposible que se desmorona lentamente hasta dejar un vacío doloroso. Octavio Paz decía que el mexicano es un individuo que nace y se recrea en las circunstancias dolorosas, que siente apremio por enfrentarlas, por sufrir el decaimiento pero seguir teniendo la fuerza de levantarse. Para Rulfo no hay fuerza, solo un dolor perpetuo, un hombre pasmado en el piso que se quema con el dolor y el resentimiento de no ser lo que una vez se le dijo que era. La novela es un hachazo a la ideología como único productor de significado, como raíz, como absoluto porque desestructura toda lógica, rompe con todos los conceptos maniqueos y los lanza a una confluencia azarosa.

Solo quedó un susurro que irrumpe por las calles, que deja una estela casi visible, casi palpable, como recuerdo y una figura patriarcal del cual nace todo. Todos son sus hijos, los muertos y los vivos. Todos cuentan su historia a partir de la él y todos lo buscan nuevamente. Pero el parricidio llega a significar la ruptura total con el significante absoluto por uno de sus propios acreedores: un mexicano. Y como diría Pedro Páramo al finalizar la novela: “esta es mi muerte” (Rulfo, 1975, Pág. 128).

Fuentes:
Althusser, L. (1974). Ideología y aparato ideológicos de Estado. Buenos Aires: Nueva Vision.
Calvino, J. (1985). Cuadernos hispanoamericanos. Valencia: Cooperación Iberoamericana.
Paz, O. (1978). El Laberinto de la soledad. México D.F: Fondo de Cultura Economica.
Rulfo, J. (1975). Pedro Paramo. México D.F: Fondo de Cultura Economica .