El clérigo es una figura de suma relevancia dentro de la historia del norte. Al principio fueron ermitas y peregrinos, hombres que dedicaban sus vidas a viajar desde los pueblos más concurridos hasta los más remotos pregonando la fe de la Luz. El primer templo sería edificado muy cerca de las altiplanicies rocosas donde el reino de Falkhon comenzaba a desplegar sus alas. Podría decirse que allí nació el culto a la diosa Elea, Dueña de la Luz, y los que más tarde serían caballeros y paladines del reino fueron sus primeros creyentes. La religión de Elea era liderada por Germain El Ciego, quien escribió y transmitió el código de conducta de su credo: creer en Elea y su poder para disipar las nubes oscuras sobre sus hijos, creer en la paz y la convivencia armoniosa entre todas las razas pues todos somos hijos de la misma madre, obrar por el bien de nuestros hermanos y compartir junto a ellos los tiempos amargos y dulces, pero tal vez la más llamativa norma del código clerical era "no hables nunca con la oscuridad".
Los señores de las Ciudades Gemelas, quienes creían en el dominio por la fuerza y el poderío de las armas como único código de vida, no les dieron mayor importancia, para ellos los clérigos no eran más que unos pobres desgraciados que erraban de un lado a otro llenando de tonterías las cabezas de los falkhos y lurianos, dando falsas esperanzas al vulgo, medrando en la ignorancia. Pero cuando Zámicras quiso apoderarse de la franja marina de Falkhon y penetrar las montañas del joven reino para explotar sus minerales, encontraron la resistencia de Germain y sus seguidores que enfrentaron su fe a las espadas enemigas, encontrando lógicamente una muerte fácil a manos de los crueles zamicranos. Germain fue descuartizado y enviado a trozos hasta los líderes de Falkhon como ejemplo de lo que esperaba a quienes no se doblegaran a las Ciudades Gemelas.
Lura, que había mantenido una estrecha relación con los fieles de Germain vio una clara provocación en aquella atrocidad, la brutalidad de los hechos llegaban en un tiempo donde las relaciones se habían deteriorado de manera insalvable entre las potencias del norte. La extrema violencia con la que se manejaban solonios y zamicranos, buscando imponerse mediante el terror ante todo lo que no estuviera en alianza con ellos fue el detonante principal de la Primera Guerra. El ajusticiamiento de Germain tendría un efecto totalmente adverso al que esperaban los zamicranos; los clérigos restantes, los que llegaban desde todos los rincones del continente, inflamados por la infamia y la injusticia, agregaron otros mandamientos al código: el deber del clérigos es combatir a muerte a los que actúan vilmente, defender con la espada y la vida al indefenso y nunca inclinar la cabeza ante la maldad.
Aprendieron de los hombres de Falkhon el arte de la lucha, el manejo de la espada, el brío y el nervio del guerrero. Los clérigos se hicieron diestros en el manejo de la espada, el escudo, la maza y el mangual. Adoptaron el blanco, el plateado y el celeste como los colores de la fe de los guerreros santos, protectores del desprotegido, portadores de la luz, puño contra la oscuridad. De los hombres de Lura aprendieron el arte de la magia, descubriendo un talento nato para el control mágico y con esto agregaron báculos, cetros y cayados a su arsenal. Serían de gran valor en las continuas guerras de Lura contra las Ciudades Gemelas y con el transcurso del tiempo han ido especializándose y refinando sus talentos hasta conformar la Iglesia de la actualidad donde se pueden reconocer sin problema desde los tranquilos pero inflexibles santos, los venerables pero peligrosos obispos, los potentes cruzados, el imparable templario y hasta el cruel inquisidor.
Ya en tiempos de la Segunda Guerra, la armada luriana era comandada por un clérigo, Amalifer, amo de la tormenta, Hijo del Rayo y tal vez el primer elemental en los registros de la Academia. Grandes hazañas nacieron de su voluntad y la relevancia de sus actos es de vital importancia en las catástrofes que se desencadenaron en cada conflicto, llegando incluso a nuestros días, pero tales acontecimientos se narran con mayor detalle en diversos volúmenes como "La Lucha en el Puente Gemelo", "El pueblo de la Calavera" o "La matanza de los ríos de Azhur".
Imagen vía pixabay
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