Hace mucho que no sigo al boxeo profesional pero empecé a ver noticias y memes sobre una pelea y una historia que cautivó mi interés por el profundo mensaje que me transmitió.
El 1 de junio de 2019, Andy Ruiz Jr. sorpredió al mundo de boxeo al ganarle al entonces campeón Anthony Joshua para obtener los campeonatos en la categoría de peso pesado de la WBO, WBA, IBO y IBF. Y por lo que he visto de las reacciones, la sorpresa no es tanto por el poco tiempo de preparación que tuvo Ruiz para la pelea ni por la desventaja en altura y alcance que tenía ante Joshua...
...sino porque...
..."¡ESTÁ GORDO!"
Muchos analistas y expertos en boxeo no le veían oportunidad porque no estaba "en forma" y aún hay algunos que se preguntan como pudo haber ganado estando en el estado físico en que se encontraba, el cual dista mucho de la constitución física ideal para un peleador de nivel mundial. Al menos para como nosotros creemos que debe ser.
Todos pecamos de prejuiciados en algún momento de nuestras vidas. Tendemos a menospreciar a otros por su físico o educación en relación a lo que hacen, lo que quieren hacer o lo que quieren ser. Peor aún, nos limitamos nosotros mismos al creernos menos de lo que la sociedad pueda juzgar como apropiado o necesario para el rol que quisieramos llevar. Que si soy muy gordo o muy flaco, muy alto o muy bajo, no entiendo bien alguna materia en la escuela.
Lo que cuenta es la pasión por lo que haces y conocer tus fortalezas y debilidades para hacer lo que deseas. Y hacerlo.
Andy Ruiz Jr. no hizo caso a las burlas y críticas que otros le hacen y demostró que tiene la habilidad, la condición y el coraje para llegar a donde todo boxeador quisiera llegar.
Aún tiene que hacer la revancha ante Anthony Joshua para probar, de una forma u otra, que su victoria no fue un golpe de suerte.
Mientras tanto, estaré contemplando la gran lección que me enseñó.