Voy a ser lo más transparente posible. He creído que en mi juventud he experimentado el sentimiento que mueve al mundo, el amor, es probable que esté equivocado y simplemente sólo han sido experiencias para crecer y aprender acerca del verdadero significado de esa palabra. Quizás perdí la cuenta de los noviazgos que he tenido y no me siento mal por eso, al contrario, me alegro de poder instruirme con cada experiencia, buena o mala. Siempre he sido fiel creyente del amor a pesar de que en ocasiones me engañaron, mirándome a los ojos con la verdad en sus manos, inexplicable. Pero eso no significa que el rencor esté conmigo o yo esté con él, agradezco todo lo malo porque después siempre aparece lo bueno. Recordé que en bachillerato una profesora dijo en frente a toda la clase: “Ustedes están jóvenes, ahora es que les falta personas por conocer, no crean que el amor de sus vidas aparecerá cuando sólo su pensamiento es graduarse y la fiesta de graduación. Vivan su juventud que es la mejor etapa de la vida, sinceramente no están preparados aún para enamorarse.”

Cuanta razón tiene al saber que la mayoría de las relaciones de hoy en día duran cuatro o quizás cinco meses, y prometen amor eterno cuando no saben amar todavía. Existen excepciones en las que el noviazgo dura dos, tres o quizás cinco años pero por mucho cariño que se tengan siempre uno de los dos se aburre, y es porque estamos en constante aprendizaje y crecimiento, así que surgen nuevas necesidades o nuevas expectativas a lo largo de nuestra adolescencia. Son contados con los dedos los que llegan a casarse desde jóvenes, admirables. Por lo menos a mí, aquellas palabras de la profesora me marcaron y es un consejo tan valioso que nunca se borrará de mi memoria, debemos estudiar, prepararnos, trabajar, aprender a querernos nosotros mismos y así poder querer a otra persona con la que posiblemente pasaremos el resto de nuestras vidas.

Atardecer del día Jueves 15 de Febrero.