El terror se siembra en las tierras de Venezuela, el lugar donde menos esperabas que ocurriera algo extraño hoy está creando dudas a los ciudadanos, sucede que en la carretera Lara-Zulia se corre el rumor de escuchar a unos perros aullando en la media noche, los conductores no le prestan atención, pero una persona actuaba con precaución, el joven José, quien vivía en Las Palmitas y se iba todos los días a que su abuela en Carora se iba tarde a su casa y en muchas ocasiones que pasaba por la carretera Lara-Zulia escuchaba el lamento de unos perros, miraba por todos los lados pero no se encontraba el responsable del ruido, lo que más le perturbabo era que cada vez que escuchaba el lamento de helaba la sangre a cualquiera, al día siguiente cuando iba a que su abuela se encontraba un perro muerto, cada vez en lugares diferentes de la Carretera Lara-Zulia, se lo contaba a sus amigos pero esto no lo tomaron mayor importancia.
El estrés del trabajo, la esposa y entre otras cosas, hicieron que José se dejara de preocupar por el misterio, a los meses, cuando estaba cumpliendo año, uno de sus amigos le regalo un cachorro pastor alemán, a lo cual cuido como a su propio hijo, lo llevaba a todas partes y siempre una sonrisa lograba sacarle, aquel cachorro que a distancia vez la inocencia y el amor que tiene.
aquel cachorro que nadie pensaría que una historia iba a sembrar, para bien o para mal el lograría crear, cuando regresaba de la noche a que su abuela, el cachorro siempre aullaba cuando José pasaba por la Lara-Zulia y los extraños perros empezaban a aullar, a los años el perro se hizo más grande, José tuvo un hijo y el querido perro fue remplazado por aquel niño, lo que empezaría a sembrar lo que era en verdad aquella bestia, a veces se les olvidaban alimentarlo y aquel moribundo perro tenía que subsistir como podía, lo que regaba al odio que tenia, haciéndole crecer mas y mas, el amor olvidado poco a poco se convierte odio, poco a poco se puede convertir en la espada que te puede matar, el amor de un perro incondicional quizás te puede engañar.
Un día no paraba de ladrar, lo habían encadenado y se estaba muriendo de hambre, José lo mando a callar y lo golpeo con una correa, ya que había despertado al niño y este empezó a llorar, sus heridas se fueron convirtiendo en ira, y el perro con toda las fuerza que tenia rompió el mecate que lo sostenía a un árbol, corrió a la casa y agarro al niño por el cuello, José busco su escopeta y lo apunto, pero el perro fue más rápido y de la casa salió, con las fuerzas que quedaba, el hambre lo hacía más débil, pero la ira de sentirse olvidado le dio fuerzas, el niño no paraba de llorar, pero él ya no podía echarse atrás, José lo persiguió en sus camioneta, pero entre los arboles el perro se escondió, del carro salió y con su escopeta lo busco, pero toda la mañana tardo y el astuto perro y el niño desapareció.
Llamo a la policía y ellos también lo buscaron, llego a creer que encontrarían a su hijo muerto aniquilado, la fuerza de su ira era tan grande como el amor que sentía por su hijo, quizás el fuera el villano por haber olvidado a su perro, que hace años era su mejor amigo, ¿qué podía hacer?, esto era un juego cruel del destino. Su esposa y el no pudieron dormir en la noche, hasta que algo extraño sucedió a la medianoche, José escucho los perros que todo el tiempo había escuchado, cargo su arma y se monto en la camioneta, su esposa casi llorando pidió que lo llevara, tenía el presentimiento de que su hijo que tanto amaba, estaría vivo y muy pronto en los regazos de sus brazos, con ayuda de su oído José fue donde los perros hacían más ruido, el lugar estaba repleto de arboles y una fogata se veía de lejos, caminaron con cautela para ver de cerca, al llegar el miedo corrió sobre ellos y exclama que salieron de aquel infierno, José y su esposa vieron a unos enormes perros negros que se peleaban por comer unas pequeñas presas, José le dio más ganas de vomitar que de llorar, unos perros halaban entre ellos un pequeño brazo humano, y su esposa en un grito empezó a llorar.
Son los perros del infierno los que se encontraban en ese lugar, nacidos para sembrar el terror en la ciudad, solo José se pudo enterar, de aquella venida apocalíptica que los iba a matar, los perros se dieron cuenta de que alguien los observaba, y de unas corrieron a cazarlos, José y su esposa corrieron al auto, y con fuerza las puertas trancaron, los perros los rodearon pero con habilidad ellos escaparon, y antes de irse de aquel lugar, lograron ver al causante del mal, aquel perro suyo que lo querían matar, José salió de aquel lugar sin vacilar, llego a la carretera y no volvió a ver los perros, su mujer llamaba por teléfono, contándole a su madre lo que estaba pasando, pero antes de llegar a Carora, Juan vio el horror por el retrovisor, los jinetes del apocalipsis cabalgaban sin cesar, pues los perros los perseguían a matar, José acelero con el miedo y no vio, que un camión al frente se dirigió, y en un grito la vida de ellos culmino.
Se dice que los perros en noche de luna llena, andan en busca de almas en pena, torturando a choferes a la medianoche, persiguiéndolos hasta que choquen, y de le líder aquel perro traidor, que una noche de octubre sembró el terror.