Black Mirror: The Entire History of You: Colecciona momentos, no cosas.

La realidad no está lejos de la ficción.

Es normal en la sociedad actual ver personas tomando fotos en lugar de vivir el momento. Los conciertos son un claro ejemplo de esto, donde la gente gasta mucho dinero para asistir y luego en lugar de disfrutar de el espectáculo están grabando lo que ocurre con sus teléfonos. Nuestro mundo ha perdido el tacto; las relaciones interpersonales de verdad. Esto causa celos y desconfianza en las relaciones de pareja, en las que el pasado está, lamentablemente, aferrado.

Es por esto que Charlie Brooker, que no lideró esta entrega, y compañía crearon 'The Entire History of You', tercer y último capítulo de la primera temporada de Black Mirror. En esta ocasión Jesse Armstrong creó una historia que demuestra la importancia de coleccionar los momentos y dejar atrás a las cosas. Como ya es costumbre, podemos ver como en futuro no muy lejano las tecnologías, que nos harán las cosas mucho más cómodas y agradables que en la actualidad, son un arma de doble filo.

Este episodio se sitúa en una realidad en la que casi todo el mundo tiene un artefacto detrás de la oreja llamado 'Memory Grain', el cual les permite repasar con todo detalle vivencias pasadas... inofensivo, ¿no? Pues vemos como nuestro protagonista, Liam, un joven abogado, se llena de celos, sospecha y obsesión, al ver el comportamiento de su mujer en una cena a la que acuden. La narración, a pesar de no tener momentos de alto voltaje, es de sumo interés, con una tensión que va en aumento, aunque sin llegar en ningún momento a dramatizar, lo que nos permite reflexionar sobre lo que está pasando. También hay que resaltar la inteligencia del guión para mostrar como esa tecnología tan maravillosa se va transformando en una amenaza, llevado a cabo por un grupo de actores que hizo una labor resaltable.

Al principio del relato en ningún momento nos hacen pensar que los avances tecnológicos que se nos están presentando pueden ser totalmente autodestructivos y problemáticos; contrario a lo que pasa en 15 Million Merits, donde con sólo ver los primeros minutos ya sabemos que nuestro protagonista se enfrenta a algo superior y la crítica queda muy clara. Sin embargo, poco a poco notamos como la situación empieza a tornarse difícil ya que de no haber contando con la innovación tecnológica detras de su oreja todo hubiera quedado en una simple discusión marital.

Lo único negativo que puedo ver es que la reflexión, lo más importante para mi en Black Mirror, puede ser infravalorada por gran parte del público —de hecho, yo mismo no le dí el valor que merece en su momento— ya que vivimos en una sociedad que apoya el tipo de conductas críticadas en la trama y que a veces no entiende que es mejor no saber qué ocultan los demás. Además, es probablemente el capítulo con menos voltaje de los tres primeros de la serie, cosa que no necesariamente lo hace malo pero que si lo diferencia de sus predecesores.

En definitiva, algo quedó muy claro con la primera temporada: Black Mirror es una serie devastadora pero absolutamente acertada, que nos muestra una realidad que parece ficticia pero que, en el fondo, no es más que un reflejo oscuro del mundo al que nos dirigimos, y en algunos casos del mundo en el que vivimos. Black Mirror no entretiene, más bien asusta, estremece, hace pensar y reflexionar. Es por esto que se estableció, al menos para mí, como uno de los productos televisivos más sólidos, impactantes y convincentes que he visto, con buenas tramas, actuaciones y moralejas.

Por eso, y más cosas que ha iré contando, Black Mirror es un must-see en todo el significado de la palabra.

Calificación: 7/10

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