La segunda parte de las cartas "Al Hombre Que Nunca Tendré", espero que las disfruten.
Hoy desperté con la excitación bañándome la piel.
Soñé contigo,
¡otra vez!
Lo más curioso no fue el soñarte nuevamente, fue lo que en el sucedió; sería un pecado no decírtelo
(aunque tú, no te enteres)
Sabes perfectamente lo mucho que nos evitamos, para que no descubran nuestras pieles erizadas bajo la ropa.
Pero esta vez,
no pude evitarlo,
tenías esa camisa azul con detalles en gris, y ese perfume
¡Bendito Creador!
¿cómo es posible que huela diferente en ti?
Huele a pecado
la verdad, es que no creo que ninguna mujer pueda resistirse a lanzarse a tus brazos.
Con mis sentidos nublados, decidí arriesgarme y hacer algo que nunca había hecho,
por esta vez,
y sólo por una vez,
te besé,
con delicadeza,
con miedo a tu reacción,
a que me descubrieran,
a que sintieras mi cuerpo temblar cerca del tuyo,
mi miedo a tu rechazo se disipó, al notar tu piel erizada bajo la huella de mi beso.
¿Cómo pude durar tanto tiempo sin sentir mis labios contra tu piel?
Tu dulce cuello,
mientras aspiraba por unos micro-segundos tu esencia,
ese olor tan tuyo.
Dudo que alguien pudiera notar la guerra que esos 2 segundos desató.
Me miraste fuera de ti,
veía fuego en tu mirar,
sabía que lo tenías,
solo que no lo había visto aún.
¡Ay, mi amigo!
Y aún no he llegado a la mejor parte, si es cierto que besarte fue el cielo,
lo que siguió fue bailar con Zeus en el Olimpo.
No paraba de saborear mis labios, de tocarlos y sentirlos, no quería hacer nada, quería dejar tu esencia grabada por el mayor tiempo posible en mí, tú me veías fugazmente, es que a veces siento que me odias, pero eso no me importa!
Fue una agradable reunión, y el día iba a mejorar y yo aún no lo sabía.
Quería volver a besar ese cuello grueso y suave antes de irme, pero,
¿Cuál fue la sorpresa?
Que me rodeaste con tus brazos, acercándome a ti, rozando tu fina nariz contra mi cuello, mientras aspirabas mi olor, dejando un húmedo beso ahí; el aire abandono mis pulmones, cuando te sentí tan cerca de mí,
mi cuerpo quería quedarse ahí,
en su lugar,
su hogar, ahí es donde pertenezco.
Mis manos se enrollaron a tu cuello durante el abrazo, y después de unos exquisitos, espectaculares e insuperables 5 segundos, quitaste tus brazos de mí, pero no sin antes recorrer mi espalda y parte de mis caderas con esas manos asombrosas que tienes, y yo no perdí la oportunidad de deslizar suavemente mis manos por tu cuello y parte de tu pecho duro y tonificado.
Volví a ver ese fuego en ti, lo sentí, mi piel quedó marcada con ese beso que me diste
¡Benditos sean tus padres!
Esa media sonrisa que adorno tu rostro, era como para dejar sin hielo a todo el universo.
Sé que trataste de ocultarla, pero fue muy tarde, mis ojos te sonreían y mi cuerpo te rogaba una lluvia de besos (que no llegarían).
Dirás que soy muy fácil, por haber despertado tan excitada por ese simple e inocente sueño, la verdad, es que me excité fue al sentir tu piel, por primera vez, tan cerca de la mía, sentir tus labios tocar una pequeña parte de mí, eso me estremeció por completo, y la peor parte (o la mejor), fue al imaginar que eso sucedía en la privacidad de una habitación, y que podíamos ser libres de expresarnos, sentirnos, sin pensar en los demás.
¡O madre mía!
El solo recordar y escribir estas líneas, el calor empieza a apoderarse de mi ser, comenzando en mi centro y expandiéndose por todo mi cuerpo.
¡Oye amigo!
¿Y si hoy quedamos para comer en algún local?
Créeme que no dudaré ni un segundo en volver realidad mi sueño.
Atte: Tú Amiga
P.D.: no dudes en volver mi sueño realidad ;)
Fuente de las imágenes por orden de aparición: 1, 2
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