Estando de visita en la ciudad el gran caballero real, todos manifiestan el sentimiento de alegría que tienen por su visita; el caballero con sonrisa en mano y mirada en pie, agradece el gesto, todos saben que para alcanzar la cima del mar, tienen que hacerlo sin escrúpulos aéreos. Se desata una gran fiesta en el lugar, despertando así a todos aquellos pretendientes de la sabiduría, sin decir más nada que el silencio, el caballero toma su unicornio y se desliza por el vacío, encontrando el pajal en la aguja, desinfla la roca que se encuentra en el sombrero de su pie.
La luna le sonríe al caballero, expresando su tristeza con una luz radiante, para ver más allá de las estrellas, aquel caballero debía de retroceder su mirada y observar sigilosamente el hablar del viento. Inocua ha sido su batalla ciudadana, solo quiso andar por un mundo de fantasía que vaciara su plenitud. Haciendo un gesto con sus neuronas, hace caer tierra del cielo y agua del suelo ¡eh pero que se cree este! –Expresa el sirviente mudo. Robaron la realidad de la ciudad y profanaron el gran arco de papel.
La vida se voltea y la pasión crece, por un lugar donde habitan el amor y la maldad, juntos son perfectos, no hay una separación mejor. Pensando el caballero en la falsedad, coloca una trampa de verdades en la ciudad y asesinando la cordura, el delirio se hace dueño de la caja. Nunca entendieron la incertidumbre precisa, donde la compresión rutinaria se hacía atractiva delante del palabrerío real. Mas nadie que el cansancio, era capaz de hablar, simplemente los trucos del secreto se confiaban del pensamiento de este cuento, las pesadillas temblaban ante el arcoíris de la sequía. Una vez más el caballero se aparta para recoger los galardones de un fracaso, vivido en esta pequeña caja de fantasía.
Muy interesante la manera que desarrollaste la historia. <maría