La capacidad de soñar es la gran fuerza interna del ser humano para remontarse al infinito y construir su propio destino; y afectar de manera positiva o negativa, la realidad de los demás.

El día que el ser humano deja de soñar, ese día se convierte en un robot, en uno más del rebaño, de la manada; y a partir de ese día comienza a ser arreado y conducido por agentes externos que le dirán qué hacer, qué pensar, qué sentir... a cambio debe ser conformista con el statu quo.

Por lo tanto, debemos cultivar cada día la capacidad de soñar y tener la fuerza de voluntad, perseverancia, disciplina, pasión y paciencia para perseguir esos sueños y, ojalá, con la consecución de los mismos contribuyamos a darle vida al sistema al que pertenecemos; para mejorarlo, conservarlo y cuidarlo.