La precisión del sentido de los relatos de Borges, a mi parecer, va en sintonía con su dimensión. Cuando leí «El libro de arena» sentí que mi 'aguante', es decir, mi capacidad para vivir entre la sorpresa y la curiosidad podía durar exactamente lo que duraba su lectura. Así que siempre agradecida a Borges por sus relatos.
Curiosamente, la primera novela que escribí (hasta ahora la única, porque la siguiente aún está en proceso) surgió de un compendio de relatos. Estos relatos habían nacido en un curso de ejercicios de estilo, y, como cada uno es como es, en un momento dado me di cuenta de que todos tenían un mismo fondo. En paralelo a este ejercicio, estaba intentando escribir una novela, pero me quedó demasiado corta... ¡Y un día se hizo la luz! La conclusión es que, modificando lo necesario para conseguirlo, eliminando alguno de esos relatos y creando algún otro, lo inserté en el intento de novela y logré crear, al fin... ¡la novela!
De tal forma, sí, he tratado la novela. Aunque tal vez no al uso. En este proyecto nuevo, trabajando con las escaletas, me doy cuenta de que, en efecto, hay que considerar sus partes como relatos... No sé si al resto de escritores de decomoescribir les sucede lo mismo, pero mi mayor reto es engarzarlos dentro del ritmo adecuado... Es un reto maravilloso.
Gracias por este artículo, Daniel. Me encantó. Un abrazo.