Juan, el considerado además como el discípulo amado de Jesús, nos deja como mensaje final en su primera epístola, al final de ella que, debemos guardarnos de los ídolos. Y no hay cosa mas terrible y peligrosa que dejar colar ídolos a nuestras vidas, del tamaño y la magnitud que sean, los ídolos son peligrosísimos porque le quitan el lugar exclusivo que le pertenece sólo a Dios. Me aniño a participar en esta entrega del tema de cervantes-magazine. Por aquí dejaré mi participación también.