La niñita — Hive

Estaba más nerviosa de lo que tal vez debía estar

¿Siquiera debía estar nerviosa?

La ultima vez que pertenecí a un grupo de amigos: apestó tanto, pero tanto. Que definitivamente estaba nerviosa.

¿Qué pensaran de mí, Jhoselin?

Le pregunté a mi hermana justo al salir hacia allá: "Donde los muchachos".

Y terminaron siendo el amor de mi vida, cada uno de ellos.

Yo era la única 'niña' allí. Con todo de bebé menos el cuerpo. Y todos más de cinco años mayores que yo.

Agradezco profundamente haber conocido a algunos de ellos antes, en mi cumpleaños número quince.

Estaba borracha hasta la perdición, ese panini que me comí antes no ayudó en nada en frenar la borrachera. Siempre odié mi cumpleaños y bebí literalmente solo por depresión, tristeza y rabia. Aunque después reí, llamé a mi ex, vomité, me caí y desperté en mi casa: Feliz.

Aunque después me entró la vergüenza con todos ellos. No recordaba muy bien qué había pasado en mi cumpleaños número quince.

Ir cada vez que se podía fue como un descanso para mí. Jamás interactué de tal manera con nadie. Esa clase de dinámica era increíble, los debates, lo bello de cada personalidad, las peleas, los chistes. Todos tan distintos.

Incluso con los problemas de todo grupo, era tan... ideal.

Bendecida yo que solo vivía a un cruce y unas casas.

Conocí caballeros, unas cuantas chicas dulces, mentes brillantes, guerreros silenciosos, cocineros y bailarines de clóset.

Esa casa formó parte de mi vida, ellos formaron parte de mi vida...

Más de lo que justo ahora quisiese.

No soporto mucho ir ahora.

El patio al que tanto le di la espalda cuando nos sentábamos a beber ya no se siente tan de confianza. Y el aire simplemente huele a soledad. Ya no hay pila de corotos por los que pelear para lavar, y ya no se necesita llenar las jarras de agua, por lo tanto el dibujo de Timmy Turner en bata con el globo de dialogo que dice: "Como les gusta tomar agua pero no llenar las jarras" que colocaron en la nevera, ese dibujo que una vez dio risa, ahora es triste para mí. Los cuartos donde entrabamos de bromita para ver películas: vacíos. Ya no sé a dónde ir cuando se me quedan las llaves en mi casa y no hay nadie que me abra, ya no sé quién me va a acompañar a hacer unas vueltas, ya no sé quienes se sentirán interesados en mí nunca más.

Ya no están mis chicos para decirme que ellos se encargan de cocinar y que las chicas beban cerveza afuera. El mismo que me cuidó de los zamuros un treinta y uno de diciembre cuando usé un sexy escote y se exfolió las manos solo para poder tocar las mías con mayor confidencialidad; aunque a mi nunca me importaron sus manos rasposas. Era un gran cocinero y un carpintero bastante genial.

Cómo amé a esos genios.

Cómo me encantó ser la niñita pequeña.

La ultima caminata a casa en la madrugada fría con unos cuantos sorbos de alcohol fue en este ultimo diciembre, y suspiré tan hondo, porque sabía que no habría otro más.

No, chicos. No me gustaba estar con ustedes solo por el alcohol. Y sí, sigo siendo una bebé, llorona incluso.

Cómo odio volver a casa y que no estén. Pero amo que cada quien esté triunfando como se lo merecen. Triunfando lejos de mí.

A veces tengo que llorar en secreto o drenar un poco gritando: "¡Fernaandoo!" cada vez que vamos cerca de la casa. Como solíamos hacer para que nos abriera la puerta.

Se supone que íbamos a ver el especial de Sense8 junticos.

Se supone que rechacé a dos de ustedes porque estaba intentando con todas mis fuerzas cuidar nuestra amistad; porque motivos me sobraron para ser pareja de cada uno.

Los cuidé tanto como pude; para que no terminara en tragedia como con mi anterior grupo de amigos.

Se supone que yo iba a ser feliz con ustedes para siempre; pero justo ahora solo cuido la casa donde fui feliz muchas veces.