Es necesario dirigir nuestra atención al pensamiento del Señor.
La Palabra del Señor señala que Dios es un ser de amor perfecto, derrama sus bendiciones sobre todos sus hijos, imparte su justicia sobre justos e injustos, y es bondadoso con los ingratos y perversos.
Pero, si a pesar de esta disposición del Señor hacia nosotros, lo seguimos rechazando y apartando de nuestra vida, llegará un momento en el que Dios NO responderá a nuestras invocaciones, y aun buscándolo con afán, NO lo encontraremos.
Sin embargo, hoy, nuestro Señor está aguardando por nosotros, y aunque pareciera que se tarda en cumplir sus promesas, se encuentra presto a nuestro auxilio, no queriendo que alguno perezca sin que todos nos arrepintamos de nuestros pecados.
En todo caso, el Señor distinguirá al justo del impío, entre el que sirve a Dios y quien NO le sirve.
En ese momento, nos daremos cuenta de la diferencia entre ser de Dios y no serlo.
Mientras tanto, en la actualidad NO podemos percibir la diferencia entre quienes siguen a Dios y aquellos que NO le siguen.
¿Seguro que no se puede percibir la diferencia? ¿Estás seguro de ello?