EL BASTARDO DEL SEÑOR AQUEL.

No fue mi decisión nacer, Dios me encomendó el andar para su voluntad, no pedí ver el amanecer, me hicieron un regalo de bondad. No creo que ser cobarde sea el camino, ni darle a mi madre la opción de ponerle fin a mi destino

Dígale a su señora que yo no soy culpable, de que sus hijos tengan un hermano en la calle, que no estuvo bajo la calidez de su techo y de su almohada. Pero nunca me encontré sólo, lo sentía por la tierna voz que me cantaba.

Me encargaré de secar las lágrimas de mi madre, de que su sonrisa vuelva a iluminar su rostro, seré la travesura amada, fui un hijo fuera del matrimonio, retoño de un amor y de sueños rotos, anticipado el placer sexual, haciendo a un lado la ceremonia nupcial, luna de miel adelantada, culpan a mi madre y a sus ganas, la entrega es normal cuando se está enamorada.

Madre, levántate y no llores, que importa si ya no te quiere, no supliques ni le implores, fuiste una mujer engañada, tu error fue solo creer en sus palabras y aunque para muchos seré un bastardo, para ti madre hermosa fui un encargo, gracias por tus cuidados y por hacer de mi un hombre bienaventurado, por ser ese tesoro adorado, que te dio un querer apasionado.

Me basta con un sólo apellido, el otro aunque me fue concedido por la divinidad, no tiene el orgullo de ser mío. Quizá un día escuches hablar de mis victorias, éxitos que no te acobijaran, no serán tuyas esas glorias y ese día usted le dirá a su señora que nació de otro amor un bastardo, que no supo de él y que jamás atendió.

Y aunque mi madre puede recordar el día del parto en el que ella sola conmigo corrió, cuando entre la vida y la muerte a usted se le avisó sin tener respuesta; seguro estoy que su corazón amable, digno de mi madre, con el mismo que me enseñó a perdonar, le dará a usted consuelo por todo lo que se perdió.

Si en el camino tropiezo con aquel señor, a mi Dios le pido perdón y aunque en mi ser no guarde rencor, que lastima que usted este frente a su error, no sé si fue por cosas de la vida, no le juzgare por todos esos días, rinda cuentas ante el creador.

Dios supo bien que su ángel de bondad me cuidaría por siempre con sus alas de cielo azul relucientes, bastardo soy a los ojos de extraños, para mi madre su verdadero amor y su fortaleza de seguir luchando.

Qué lástima que no recuerdo un juego fraterno o un consejo de mi progenitor, vallase y no regrese por favor, no traiga a mi familia más dolor, buscando un amor que abandono hace tiempo, a estas alturas no sé quién será el bastardo, si tal vez sea yo por el apellido que no tengo, o usted por ser la parte triste de este cuento.